Dr. Raimundo Prado: guía del discernimiento ecuánime

Por: Rubén Quiroz Ávila
Presidente de la Sociedad Peruana de Filosofía, profesor universitario
Cada 9 de octubre, el Consejo Directivo de la Sociedad Peruana de Filosofía concede el mayor reconocimiento de su comunidad a un representante de la filosofía en el Perú. Desde 1940, cuando sus fundadores concibieron una organización que se enfoque en defender, promover e impulsar permanentemente la filosofía, asumieron que es imprescindible reconocer el valor de sus referentes. Es fundamental homenajear a los maestros en vida. Es justamente el mejor momento para hacer públicos los méritos y la gratitud de los que nos dedicamos a las humanidades a sus más significativos mentores.
En un país como el nuestro, tan abundante en contradicciones y desafíos reiterativos, la defensa de lo humanístico es un imperativo y un deber ciudadano. Y la filosofía, desde sus orígenes en la humanidad, es una condición cultural que nos acompaña y sirve de faro en etapas oscuras. Hacernos preguntas, las inmensas preguntas celestes, decía el poeta Cisneros, es parte constitutiva de nuestra existencia. Y, muchas veces, al hacernos cuestiones, al preguntarnos insistentemente en busca de la verdad, nos liberamos. La verdad es profundamente emancipadora. Por ello hay que retribuir a quienes dedican toda su vida a enseñarnos a darle forma a nuestras interrogaciones, a mostrarnos el camino para dudar metódicamente e insistir en la hermosísima humildad de aceptar que solo somos aprendices, que somos eternos estudiantes y amantes modestos del conocimiento.
Si ya ser filósofo es casi una declaración de guerra en un mundo que no quiere pensar, el atreverse a serlo en el Perú está muy cerca de la candidez. Además de casi olvidados por las instituciones gubernamentales (no existe premios ni ningún tipo de reconocimiento del Estado peruano para filósofos), los que se consagran a la filosofía son vistos como incómodos para un sistema productivo que desprecia la reflexión más profunda y sumamente crítica. Incluso, si se optara como una carrera profesional, son los círculos sociales quienes advierten del posible desatino laboral que estaría a punto de cometer el entusiasta joven.
Por eso, esas personas que han consagrado toda su biografía, con una consistencia moral y pedagógica, a resguardar los fueros del intenso ejercicio de pensar sistemáticamente, son nuestros propios héroes. Así, el premio de filosofía Francisco Miró Quesada significa el agradecimiento público a uno de sus referentes. El 2022 ha sido otorgado al doctor Raimundo Prado Redondez, en mérito a su coherencia ética, su total compromiso con la vida filosófica y por ser el maestro en el filosofar de muchas generaciones de peruanos que han aprendido de él. Prado es un gran guía del discernimiento ecuánime, erudito, memoria viviente de la historia filosófica peruana, con esa paciencia y sabiduría de los antiguos preceptores filosóficos. Todos los honores.