Rompamos relaciones diplomáticas con Nicaragua
Por: Luis Gonzáles Posada – El Montonero

Daniel Ortega, dictador de Nicaragua, es una alimaña política(*), un sujeto vil y despreciable, gestor de toda clase de tropelías. Según reportes internacionales, durante su administración se ha asesinado a 400 personas y centenares se encuentran encarceladas; entre otros, los siete candidatos presidenciales de oposición. Más de 140,000 nicaragüenses han emigrado a Costa Rica para salvar su vida o libertad, o por las precariedades económicas.

Más de mil oenegés han sido clausuradas en Nicaragua, así como veinte radios y canales de televisión. Desde el 2018, 123 periodistas han tenido que exiliarse y seis están en prisión. La filosa guillotina del autoritarismo además clausuró el prestigioso diario La Prensa, símbolo de la libertad; un medio de comunicación que luchó bravamente contra la dictadura del general Somoza, pagando el alto precio del asesinato de su fundador, Pedro Joaquín Chamorro.

Después de que Ortega se reeligiera ilegalmente, en el 2021, la represión se ha intensificado. La policía y las bandas paramilitares allanan iglesias y encarcelan sacerdotes. El último de ellos ha sido el presbítero Oscar Benavides, de la parroquia del Espíritu Santo, del municipio de Mulukukú. Y en noviembre del año pasado anularon su estatus de decano del Cuerpo Diplomático.

En esta insana persecución, asimismo, han deportado a las monjas de la congregación religiosa católica Misioneras de la Caridad Santa Madre Teresa de Calcuta”; y en marzo de este año expulsaron al Nuncio Apostólico, monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag. Frente a esos actos de barbarie, el papa Francisco guarda silencio; pero no lo hace el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) que ha repudiado la represión orteguista. También hay una declaración pública de 25 ex presidentes del hemisferio y España, condenando estos abusos del Gobierno de Ortega.

Recordamos esos hechos, porque ahora Ortega conspira abiertamente contra la democracia del Perú, con insolente agresividad injerencista, para que sus mensajes sirvan de combustible o acicate a las turbas extremistas que están cometiendo graves desmanes en todo el territorio nacional. Ayer dijo que Castillo fue vacado «por odio de clases»; y después lanzó una proclama torpe y desaforada: «¡Libertad para Pedro Castillo! ¡Presidencia para Pedro Castillo! !Que viva la unidad del pueblo peruano! Allí [en Perú] han sembrado el terror, la muerte, simplemente porque el pueblo decidió elegir a un presidente de origen campesino”.

Mantener relaciones diplomáticas con el régimen dictatorial nicaragüense escarnece nuestra dignidad, proyecta temor y complacencia hacia un tirano que viola impunemente el principio de no intervención consagrado en Naciones Unidas y la OEA. Un dictador que además respalda a vándalos y exige el retorno al poder de un ex mandatario que intentó un fallido golpe de Estado, y que se encuentra inmerso en numerosos actos de corrupción.

¿Por qué sigue en Managua, a cargo de nuestra embajada, el ministro del Servicio Diplomático Alberto Massa, al mismo tiempo que ha sido trasladado al Perú el embajador nicaragüense en Colombia, Francisco Arce Mairena? La política exterior de un país no solo debe cautelar los intereses permanentes de la nación, también debe ser firme en la defensa de nuestros valores democráticos y enérgica ante injerencias con tufillo conspirador.

Nota: el Perú debe solicitar a Ortega que cancele el préstamo de 50 millones de dólares que otorgamos para paliar una emergencia alimenticia: se niega a pagar desde hace 55 años.

* Alimaña política: persona cruel, perversa, peligrosa, malvada.

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