LA SUERTE DEL DESGOBIERNO EN EL PERÚ
Por: Alejandro Paz

El Perú ha tenido seis presidentes en cinco años, alrededor de centenar y medio de ministros. Involucrado en una turbulencia sin antecedentes de corrupción en los tres poderes del Estado, Judicial, Legislativo y Ejecutivo; al igual que en gobiernos regionales, municipales y demás instancias y dependencias de gobierno, cohonestando imperdonablemente con el sector privado, representado por el empresariado e inversionista nacional e internacional, como si fuere una práctica usual en beneficio del erario nacional y con el que se viene conviviendo bajo un gobierno débil y una población sumergida en el sueño irreal de la gran revolución de clases sociales, y ahora étnicas.

Se suma la delincuencia, el sicariato, la inseguridad ciudadana, el desconocimiento de la autoridad por casi todos, el poblador de a pie, los chicos reality, los hijos de papá influyente, de innumerables al fin; el libre tránsito e impunidad permisible de extranjeros admitidos con voluntad de refugio y procurarles una oportunidad de mejora de calidad de vida negada en sus países, sin evaluar si son corridos o parásitos de sus comunidades, desalientan el derecho humanitario invocado –sin entenderlo nuestras autoridades– para que continúen un proyecto de vida, no para que destruyan una sociedad ya bastante golpeada por las propias diferencias sociales del país.

Es evidente que todo orden o plan de gobierno no se ha materializado de quienes llegaron a la presidencia no solo en este lustro, sea por elección o por el devenir de sus sucesores, que ha marcado en sí una deslealtad política; por lo que bajo este escenario se visualiza una ausencia de moral reprochable, inaceptable, pero que no mueve el mínimo de los cimientos de don de gentes de congresistas y demás políticos ávidos de poder y afán de saciar intereses personales o procurar beneficios a allegados incompetentes, lo que concluye en su propia corruptela, que en la sumatoria arroja un país corrupto. Y se deja pasar. No hay orden.

Las protestas sociales, son recurrentes en todo el país, por temporadas, por diferentes reclamos, intereses. El descontento y disconformidad con generalizados. Las respuestas del gobierno son mayormente coyunturales, del momento, insuficientes, inadecuadas y hasta impertinentes; no resuelven el problema, lo duermen, lo desplazan, lo postergan, lo olvidan. Luego se reaviva la protesta y se vuelve al mismo ciclo. Aun así, se sigue avanzando.

Los proyectos políticos, no son tales. Son intereses de pequeños grupos, por el poder. Por intereses particulares a los que comprometen a sectores sociales vulnerables y que se convierten en sus seguidores sin conciencia, se dejan llevar por esa corriente cubierta de lo que el pueblo quiere, de las reformas estructurales del estado, del cambio de Constitución y demás leyes, del desprestigiado Poder Judicial e instituciones públicas. Y se deja pasar.

Con ello, la crisis económica toca las puertas, hay nerviosismo. Sin embargo, se anuncia que la economía está en gran recuperación, que no se crecerá como se tenía proyectado pero se crecerá. La inflación está bajo control, el sol se devalúa y pronto se recuperará. Los inversionistas no huyen, son moderados en sus proyecciones; otros, no desean correr riesgo alguno y se retiran del mercado. Pareciera estar en una bolsa de inversiones, en la que hay la esperanza de ganar, como un juego de azar. El país avanza, la economía no está perdida. Los metales en el mercado internacional van nuevamente en alza, crecen exportaciones no tradicionales, se abren mercados de servicios, nuevas franquicias aterrizan otras nacionales se expanden al exterior, aunque en menor escala.

Los economistas no se ponen de acuerdo. Para unos el Perú crecerá el 3.3%, luego habrá una rebaja al 3.1% pero se cerrará el año en una proyección del 2,8%. Las explicaciones y teorías son diversas, y ninguno tuvo la fórmula mágica para entender por qué la economía del país no quebró. Tal vez, colaboró una labor temeraria, esquiva, prudente del BCR. La demanda internacional volvió al país por el escaso valor de nuestra materia prima, que no se le da valor agregado y no se le exporta como bienes transformados para el consumo directo, ¿es ésta una ventaja? De ser así, seguimos siendo ingobernables. No valoramos nuestro potencial de recursos. Somos incapaces de establecer normas claras para el explotador de nuestros recursos, que no solo se lleven la materia prima, sino que la transformen, acá, en el país, que den trabajo, que inviertan en tecnología, que vean al Perú como un potencial país de desarrollo. No es suficiente el pago debido de impuestos o contribuciones sociales, como dádivas sociales inhumanas. Eva Perón hablaba del sí a la justicia social, a la caridad, no.

Con todas esas deficiencias el país crece, no se detiene. Si tuviéramos una mejor disciplina, se eligiera a los mejores gobernantes, no dependeríamos de esa suerte providencial. Seríamos el país soñado. La tarea de nosotros. Trabajemos por construir un país con futuro. Ese es el reto, no la suerte ni la improvisación.

Deja un comentario