HABLAN LOS EDUCADORES. ANTON MAKARENKO (1888-1939) Pedagogo soviético

Por: Efraín R, Astete Choque

Solo puede educar a niños, un grupo de educadores, unificado por un criterio común, por una misma convicción, por la ayuda mutua, exento de envidias recíprocas, que no anda a la caza individual y personal del cariño de los educandos.

Durante toda la jornada laboral el educando debe estar sensata-mente ocupado por un trabajo, estudio, juego, lectura o escuchando una charla para él necesaria. Jamás debe pasar el tiempo inútilmente en conversaciones hueras, “mirando a las musarañas”, andar al buen tun-tun. Solo con una labor organizada se le inculcará una actividad razonable y provechosa y la costumbre y cariño por un movimiento útil.

Cuando los padres no leen diarios ni libros, nunca concurren al teatro o al cine, no se interesan por las exposiciones y museos, les resultará muy difícil dirigir la formación cultural de sus hijos.

Pero en cuanto al uniforme, estoy dispuesto a decir más. Estimo que los niños deben vestir con tal gusto y elegancia que despierten admiración.

La persona adulta que trabaja con niños, debe saber contener y ocultar sus disgustos.

Lo único que el educador debe evitar es estar ante los chicos sin hacer nada y sin mostrar interés por ellos.

Hay que inculcar en los hijos la preocupación por los padres, educar en ellos el deseo sencillo y natural de renunciar a la satisfacción propia, en tanto no se hayan satisfecho los del padre o la madre.

El juego tiene un significado trascendental en la vida del niño, la misma importancia que la actividad, el trabajo y el servicio tienen para el adulto.

El verdadero estímulo de la vida humana es el mañana dichoso.

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