¿Por qué no deja de aumentar la pobreza?
Por: Carlos Adriánzen – El Montonero
La más poderosa mala noticia que hemos recibido este año, nos refiere a una de las últimas notas de prensa publicadas este año por el gobierno (INEI). Y ésta no nos refiere a que la tasa anual de incidencia de pobreza se acerca a un tercio de la población; o que más de 0.3 millones de compatriotas transitaron oficialmente a una situación de pobreza. Eso no sería lo peor. Según la misma nota de prensa, cinco regiones de nuestro país ya han alcanzado tasas de pobreza monetaria tan bajas como la boliviana, argentina, colombiana o mexicana. Y esto es una verdadera desgracia económica.
Las cuatro naciones aquí aludidas enfrentan hoy el reto de que es muy costoso y difícil reducir persistentemente las tasas oficiales de pobreza (cuando alcanzan estos niveles). Además están en la antesala de convertirse en estados fallidos como Cuba y Venezuela, que ni siquiera publican indicadores de este tipo.
Aquí, internamente, enfocar cómo cinco regiones (Cajamarca, Huánuco, Puno, Ayacucho y Pasco) toman valores chavistoides no implica una novedad que deberíamos soslayar. Es clave reconocer que detrás de estas regiones de la Sierra Sur y Norte hay una docena de otras que –de continuar la tendencia– caerían al bloque chavistoide peruano muy pronto.
Una forma meridiana de ponderar cómo hemos caído en este hoyo requiere depurar ciertos clichés políticos.
La primera pieza de Evidencia (A) Reciente contrasta la sólida asociación entre la pobreza y la opresión política económica aplicada tozudamente desde los días del Gobierno de Ollanta Humala hasta la señora Dina Boluarte. La izquierda en el poder –además de creciente corrupción burocrática y estar acompañada de excelentes precios externos– trajo menores libertades políticas y económicas. Un creciente grado de opresión en la plaza, si combinamos los scores de libertad política publicados anualmente para nuestro país por la londinense Freedom House (www.freedomhouse.org); y por la prestigiosa Heritage Foundation (www.heritage.org) tanto en su versión 1 (aplicado el índice general de Libertad Económica) cuanto el índice específico sobre el grado de irrespeto a los derechos de propiedad privada (versión 2).
La pobreza ha explosionado en nuestro país asociada a un cambio de reglas definidamente más opresor. Otra vez, y sin mayores aspavientos y hasta discutiendo si hemos respetado el modelo, la mezcla de ideas mercantilistas y socialistas trajo pobreza palmaria a nuestro país.
Podemos creer muchas cosas. Que fue la coyuntura global, que fue el impacto inexorable de un virus de origen chino, que las protestas detuvieron nuestra economía. Pero me temo -que sin ignorar los impactos de cualquiera de estos eventos- el tránsito local hacia gobiernos de izquierda de todo tipo (estrogonoide, chavistoide o senderista) implicó que todo se hiciese más incierto políticamente. Que al poco tiempo que, según el contralor general de la república, se pierdan cerca de 25,000 millones de soles, se den -luego del encarcelamiento del golpista Castillo Terrones- protestas financiadas a una escala nunca antes vista. Y con ellas el gobierno de turno tenga que dejar traslucir lo evidente. Que la pobreza se enervó significativamente.
Nótese además que este cuadro se da regionalmente (ver Evidencia B).
Aun dejando fuera a espacios como el venezolano o el cubano –que ya no publicarían cifras confiables sobre sus tasas reales de pobreza– la Latinoamérica de nuestros tiempos (con niveles de alta corrupción burocrática y sus bajísimos índices de libertad económica y política) grafica, en los hechos, una suerte de Manual para ser una Nación Pobre.
Aunque variopinta, la data permite capturar una región que -en relativamente poco tiempo- pasó de ser percibida como emergente; hacia otra que estaría sumergida económica y políticamente.
Este es un fenómeno masivo. No solo en el Perú; en México, Brasil, Argentina, Venezuela, Cuba o Nicaragua decenas de millones de sus habitantes habrían pasado a la situación de pobreza. Dependen de la burocracia.
Como se le atribuye al difunto dictador Chávez, en estos tiempos, para muchos gobernantes en la región, la pobreza es buena. La riqueza es mala.