Al fondo hay sitio

Por Eduardo Zapata – El Montonero


Mientras en revistas o espacios como este solemos discutir sobre la existencia o inexistencia de algo, ese algo existe o no independientemente de nuestros acaso sesudos discursos. A decir de John R. Searle: “…hay una realidad que existe independientemente de nuestro sistema de conceptos. Sin esa realidad, no hay nada a lo que aplicar el concepto”.

Y a nivel de lo político y social –hace buen tiempo ya– venimos construyendo eso que algunos denominan narrativas. Las cuales hablan de poderes salvíficos con ribetes hasta épicos. Sea del lado de los llamados movimientos populares o bien sea de la llamada democracia. Cuando los signos que enhebran el tejido social saben más de falsificación y cinismo que de encomiables gestas populares o democráticas.

Ya el buen Ortega y Gasset nos decía a fines de los años treinta del siglo pasado: “Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral”. Y decía todo ello para subrayar precisamente cómo las ideologías podían devenir en cárceles mentales que nos hacían ver y creer en algo que era inexistente. Con lo que podíamos atribuirnos ser salvíficos desde una u otra posición.

Aterrados por realidades extremas desgarradoras y pretendiendo huir de ellas, hoy los políticos buscan llamarse de centro derecha o de centro izquierda. Creyendo que así solucionan en y con palabras un imposible teórico. Pues el centro es un punto equidistante de los extremos y entonces hablar de derechas o izquierdas significa quebrar la equidistancia. 

Quizás algunos crean que este intento de equilibrismo político sea capaz de suplantar la realidad, tal vez otros que dicen adherir a la realpolitik –entendida como banal y venal marketing electorero– consideren que tomar y mantenerse en el poder desde el equilibrismo pueda obviar esa realidad reclamada como presente permanente por Searle. 

Ocurre que la realidad sigue siendo intocada a pesar de que los tiempos exigen cambios. Y a pesar de ello y por mantener posiciones conservadoras –sean de izquierda o de derecha– la política y los políticos están exportando al tejido social todo un cinismo corrosivo. Constatamos a cada instante precisamente y con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española a la mano la actualización de los significados de cinismo: “Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”, cuando no “Impudencia, obscenidad descarada”.

Quién sabe si el éxito del programa televisivo “Al fondo hay sitio” nos haya hecho olvidar que el origen de esta expresión está en el decir de los cobradores del inhumano sistema de transporte de Lima. Acomodarse donde no hay sitio calificable de humano. ¿Acomodarse en el cinismo? ¡Vaya cambio!

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