ITINERARIO DE LA MELANCOLÍA
Por Orlando Mazeyra Guillén

Se presentará el miércoles 26 de julio, a las 4 y 30 de la tarde, en la Sala Atenas de la UNSA dentro del marco del festival libresco que se celebrará en la calle San Agustín

Es moneda corriente que, en los escasos (y a veces decepcionantes) eventos librescos realizados en la Ciudad Blanca, se publicite con bombos y platillos la presencia de escritores de grandes editoriales (“transnacionales”, las llamaba el inolvidable Oswaldo Reynoso), capitalinos o de aquellos que viven o estudian en el extranjero.

               A quienes —¡ay!— no formamos parte de las nefastas argollas o no practicamos el patético “lustrabotismo” nos corresponde, pues, intentar compartir nuestras producciones literarias por cuenta propia y con la decisiva complicidad de entusiastas de la lectura que, por suerte, nunca faltan.

               Así, a trancas y barrancas, se ha gestado mi nuevo libro de narrativa titulado “Itinerario de la melancolía”, el cual da cuenta de la evolución (al menos ese siempre ha sido mi deseo) de mi trabajo desde el 2007 (año de la publicación, en una imprenta del Cercado de Lima, de “Urgente: necesito un retazo de felicidad”) hasta el presente con dos libros de historias que me permitieron representar al Perú —diría mejor, a Arequipa— en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara el año 2021 (“Inmunidad de rebaño” y “El niño de La Arboleda”).

               El director de la Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa, Alfredo Herrera Flores, flamante ganador del Premio de Novela Corta Julio Ramón Ribeyro, ha señalado que: «Para descubrir la “verdad” en los cuentos de Mazeyra hay que internarnos en la naturaleza de sus personajes. Cada uno de ellos, sumido en sus propios conflictos, trasmite como único mensaje que también nosotros, lectores atormentados, padecemos el mismo destino. ¿Quién no se ha parado frente al espejo y ha visto su desgracia? Los personajes de Mazeyra no están al borde del suicidio, la locura o la muerte, están al borde de sí mismos, del profundo e insondable abismo que somos. En la realidad, o lo que entendemos de ella, cada uno de nosotros enfrenta sus momentos con el mismo fervor con que se enfrenta la muerte, por ejemplo, pero no siempre nos damos cuenta de ello. Lloramos porque nos sentimos feos o desgraciados, solos o traicionados, impotentes o ineptos, pero esos estados solamente son instantes que, sumados, conforman una realidad cercana a la obscenidad, la que finalmente queremos negar. Pero la literatura no puede darse el lujo de negar algo, por el contrario, está hecha para sacarlo todo a luz, y el escritor no puede dejar de lado aquello que es sustancial en el ser humano, protagonista al fin de cualquier historia, y no es que se involucre con el personaje o su circunstancia, sino que sea capaz de indagar en sus devaneos, sus dudas, sus ansias y sus temores, todo aquello que lo lleve lo más cerca posible a la felicidad, o la fatalidad».

Por su parte, el reputado crítico, poeta y profesor universitario Raúl Bueno Chávez, del ganador del Premio Casa de las Américas, ha dicho: «He leído con sorpresa, primero, luego con admiración y siempre con placer los cuentos de Orlando Mazeyra Guillén. El lenguaje narrativo me parece impecable. Digo maduro, narrativamente cabal, lingüísticamente preciso, a menudo poético, con un desarrollo sin vacilaciones, y siempre sugerente. Como el autor mismo lo dice en uno de sus relatos: sin arborizaciones ni extensiones innecesarias. A eso añado lo inusitado de sus situaciones: trae temas nuevos a nuestra (de pronto a la) literatura, sin importar las convenciones ni el tabú. Mazeyra es un narrador de raza, que siempre es mejor —va más allá— que un narrador por formación».

Siempre he deseado, con el alma, con los forros y con los huesos, que mis libros cierren etapas de mi complicada existencia (hay puertas que se abren en el momento menos pensado y traen acontecimientos auspiciosos, ¡ojalá!). Algunas veces lo he conseguido; sin embargo, en otras ocasiones… no ocurrió.

Los que siempre estuvieron allí para motivarme, contra viento y marea, fueron aquellos lectores, escritores y críticos que con sus mensajes y palabras me invitaron a no abdicar, al menos para darles la contra a mis enemigos.

Los árbitros del buen gusto, aquellos capaces de decidir, con la ceja alzada y el rictus de desagrado, quién tiene suficiente pasta para ser narrador, poeta o dramaturgo rondan y pervierten todas las comarcas. Arequipa, como es obvio, no es ajena a esta clase de gentes (mezquinas e indeseables). Yo tuve el privilegio de contar con lectores de primerísima línea como Michael Cunningham (un premio Pulitzer que pudo leer, en la Universidad de Yale, la traducción de mi cuento “Solosín”), César Hildebrandt (quien desde hace más de una década me permite contar historias en su prestigiosa revista), Juan Manuel Robles (gran escritor y cronista), Marco García Falcón y Teresa Ruiz Rosas (ambos ganadores del Premio Nacional de Literatura).

También agradezco de todo corazón a don Carlos Meneses Cornejo, quien desde hace mucho tiempo me permite contar historias dominicales en el diario “El Pueblo” de mi amada Arequipa.

Están, pues, todos invitados a la presentación de “Itinerario de la melancolía” en la Sala Atenas de la UNSA (calle San Agustín 206, a media cuadra de la plaza de armas) el miércoles 26 de julio a las 4 y 30 de la tarde. Aquellos lectores que deseen adquirir un ejemplar de mi libro pueden escribir a mazeyra@gmail.com o contactarme a través de mi Twitter: https://twitter.com/mazeyra.

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