El fenómeno Castillo se puede repetir
Por Raúl Cánepa Mendoza – El Montonero

No he fallado hasta ahora en la prospectiva, no se trata de adivinar. Dije a mi familia “no se rían de ese cartel con aquel chinito que no era nadie, en la bajada de Armendáriz”. Mucho tiempo antes de que Alejandro Toledo fuera presidente, lo asumí como sucesor de Alberto Fujimori. Había sido el “elegido de alguien”, sabía que Alan García volvería al poder en 2006 cuando nadie daba un centavo por su pasado. Escribí para el diario Correo, “Humala viene volando” -en setiembre del 2005-, afirmando que se la llevaba cuando el nacionalista estaba muy por debajo de las posibilidades y en diciembre aceleró.

Cuando nadie conocía a Pedro Castillo y se mofaban de su indumentaria en el debate, ya sabía que estaba moviendo el sur o, más que moviendo el sur, recibiendo apoyo para aparentar una tempestad en los andes, al decir de Valcárcel. Convirtieron a un aventurero con ganas de comerse la plata del Estado en un imbatible presidenciable. Lo comentaba con un intelectual amigo cuando nadie sabía quién era Castillo. Si sirve, escribí antes que todos que Rafael López Aliaga también se venía volando cuando no aparecía casi en las encuestas. Recomendé su libro y advertí que tenía algunos ganchos, y tanto que hoy es el líder de la derecha.

Cuando todos creen que estamos a salvo, no lo estamos. Antauro Humala está por inscribir su partido y ya figura en las encuestas en medio de un hartazgo por la clase política. Cada desbarajuste en el Congreso juega a su favor y la crisis total podría en unos años catapultarlo si no hay una reforma que le impida a él y muchos postular. Es más, si Vladimir Cerrón jugara bien sus cartas judiciales podría estar en el partido ¿Podría? Todo es posible con un JNE que te saca de carrera por no declarar sobre un Datsun inutilizable del 70 que te regaló tu padre, pero no por causas mayores como las que le permitieron a Castillo postular.

¿Podría Antauro Humala ganar en una segunda vuelta? Sí, si no se hace nada y su adversario es débil. No, si es que la presidenta Dina Boluarte pone énfasis en el sur andino y, de alguna manera, gobierna para esa zona, llevando alimentos, salud, escuela, militares prestando servicios a las familias, voluntariado peruanizando Puno y llevando labores de inteligencia a un sur donde pequeños liderazgos podrían crecer por financiamiento escondido. Hoy Odebrecht no necesita llegar al sur, las fuentes del financiamiento político parecen haber cambiado.

Existe una relación necesaria entre presencia del Estado y seguridad democrática; también entre formación de bases partidarias del APRA, Fuerza Popular, Acción Popular (por decir los más institucionalizados) en aquellas zonas. Son tres años para el reto de una educación democrática para saber elegir, el sur andino es clave para que una segunda vuelta no nos crispe los nervios mientras algunos alpinchistas omisos al voto prefieran la playa que salvar la democracia.

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