La liberación de Fujimori

Por: Carlos Meneses

A todos nos hubiera agradado que la recuperación de libertad de Alberto Fujimori fuera lograda con un estricto apego a la justicia peruana, sin las discusiones y polémicas que han seguido al caso en que la intromisión política ha perjudicado lo que podría ser un gesto humanitario.

Esa injerencia tiene por primera consecuencia un descrédito del Estado peruano ante la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos y también revive una discusión interna entre quienes siguen pensando mal del gobierno de quien fue presidente de la República.

Lo peor de todo es que no había razón de llegar al extremo en el que estamos y peor aún en el momento que vivimos los peruanos, descontentos con el quehacer de un régimen que no está lejos del autoritarismo y que se ha metido en un tema judicial sin tener necesidad de hacerlo.

Esto último confirma que en el caso Fujimori no se ha procedido con la prudencia y bondad debida; debió haberse esperado sin duda un pedido de perdón a la ciudadanía, la obligación de pagar una reparación civil y finalmente devolver prestancia a quien, al margen de toda discusión, hay que reconocerle el mérito de haber combatido a la violencia senderista.

Así que no creemos que nadie pueda considerarse bien servido por el Estado peruano. En el caso de la libertad del señor Fujimori, si se quería conceder validez al indulto que le dio PPK debió haberse limitado a hacer lo que entonces decidió el que era presidente de la República, un perdón con los ojos cerrados. No era necesario volver a someterlo a la discusión pública entre si fue bondadoso o no; había que analizar al hombre como un todo y no sólo viendo una parte de su cara.

SUMILLA

Por eso lamentamos que la solución final sea la que se está dando y que está lejos de ajustarse a la forma como debió proceder la justicia haciendo reconocimiento de lo que se debía y de lo que el señor Fujimori debe al pueblo peruano todavía.

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