Por Carlos Meneses

Quien tiene que recuperar la confianza ciudadana es la presidenta de la República, aclarando sus cuentas que están investigando los fiscales.

El voto de confianza solicitado por el gabinete que preside Gustavo Adrianzén obliga a considerar, cualquiera sea el resultado de la votación, que quien tiene la desaprobación mayoritaria no es el primer ministro y sus 19 colaboradores miembros de Estado, sino la propia presidenta de la República, Dina Boluarte que tiene varios procesos abiertos por la Fiscalía.

La señora Boluarte tiene problemas que se investigan sobre las muertes en los sucesos ocurridos en el país a inicios del 2023, que tuvieron un saldo de más de 50 fallecidos. También los tiene con las cuentas que debe rendir sobre los relojes de la marca Rolex, las joyas que ha lucido, los ingresos percibidos y la relación de estos con sus egresos durante su gestión ministerial y también en la Presidencia de la República.

La confianza que la ciudadanía siente por ella según todas las encuestas de opinión pública es muy pobre y llega a una sola conclusión. No tiene apoyo en ninguna parte del país y sólo es posible su permanencia en el poder mediante maniobras en el Congreso.

Así las cosas es de esperar que si la mayoría de votantes en el Parlamento le dan el sí,  el gabinete Adrianzén se queda, pero los problemas de la señora presidenta persistirán por lo menos hasta que se esclarezcan las indagaciones que ahora consideran los fiscales encargados de las causas que a ella corresponden.     

Es de esperar que ese proceso rompa todo vínculo con la corrupción y que resplandezca nuevamente en el Perú el respeto a la ley y a la moral.