Milagros, una madre que no conoce el descanso por amor a sus hijos

Trabaja más de 18 horas diarias. Sus tareas se reparten desde su casa hasta el nosocomio donde llega cada tarde.

Por Danna Felipe B.

Cinco de la madrugada. Milagros Huaracha se levanta. Debe ir a comprar los insumos que usará más tarde para preparar los segundos y caldos que vende afuera del hospital Honorio Delgado Espinoza. Trata de hacerlo rápido, ya que una niña de 4 años y un adolecente de 16 necesitan a su mamá.

La arequipeña cuenta que en 2015, una deuda importante la llevó a trabajar con su cuñada, Ninfa. Recalca que desde entonces, ambas trabajan vendiendo cenas, aunque en las últimas semanas Milagros ha estado sola debido a que su compañera está enferma. Ellas se dividen los días de la semana.

Antes de que salga el sol, la madre ya está despierta. Se alista y va a la plataforma comercial Río Seco en el distrito de Cerro Colorado, donde compra todos los enseres necesarios dependiendo del menú de ese día.

Luego, llega justo a tiempo para preparar el desayuno a sus dos hijos. Mientras ellos estudian, la madre comienza a cocinar al menos 40 platos de segundos y 15 de caldos. Lava verduras, pela papas, corta piezas de pollo, entre otras actividades.

Debe ser rápida, ya que el tiempo es su peor enemigo y aún debe llevar el almuerzo al mayor de sus hijos. El adolescente se está preparando para postular a la universidad. Su madre asegura que será un gran ingeniero mecánico.

Todo este ajetreo imposibilita a Milagros de recoger a su hija. Afortunadamente, el apoyo de su mamá nunca le ha faltado, tampoco el de su pareja. Sin embargo, por motivos de trabajo, él se ausenta de casa cada cierto tiempo.

Antes de las tres de la tarde, las ollas de comida, los platos y utensilios deben estar listos para partir hacia el hospital Honorio Delgado Espinoza. Milagros llega alrededor de las 4 de la tarde, acomoda todo y a veces los clientes no se hacen esperar.

Tras una ardua jornada, la arequipeña se alista para otro viaje en taxi. Al llegar a su vivienda, todavía no puede descansar; debe lavar todo lo utilizado durante el día.

Afirma que su trabajo es agotador, y más aún ahora que sale todos los días. No obstante, también recalca que estar afuera del nosocomio le ha permitido conocer varias historias de lucha: madres que, al igual que ella, todos los días se levantan con el objetivo de hacer felices a sus hijos. Por ello, este medio les desea a todas las mamás arequipeñas un ¡Feliz Día!

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