¿Una derecha dispersa?

Por Raúl Mendoza Cánepa

El Montonero


En ventas, quien gana es el que hace que la diferencia capture. Es el “capital político”. El tema es que en esta competencia dentro de lo que llaman “derecha”, lo que vale es la singularidad del discurso.

En Alberto o Keiko Fujimori es la narrativa de los logros pasados (el problema es que el albertismo jala más que Alberto); en Philip Butters es la personalidad fuerte que llena el espacio y las comunicaciones (sino súbase a los taxis en las mañanas) y la lucha tenaz que le dio a Pedro Castillo. En Carlos Añaños, la narrativa es el milagro del emprendimiento exitoso desde un Ayacucho ocupado. En Carlos Álvarez es la iracundia de sus mensajes contra la criminalidad, y la comedia que no empata con la bukelización. En Neuhaus es el ideal de quien hace bien las cosas. López Aliaga y el prestigioso De Soto también suman sus capitales, el del empresario exitoso y el de quien conoce bien de capitales vivos y por vivificar, pero que nos llama a conversar (la verdad es que, con Pedro Castillo, este columnista ni a misa).

La fragmentación achica las tallas, pero deja ventajas a Antauro Humala y la izquierda, que cargan sus propias narrativas, pero de la izquierda hablaremos después.

El APRA era Alan García, que gobernó por la derecha; pero sin la personalidad de Alan qué. El centro es ambivalencia, limeñismo, policromías y tibieza. Vladimir Cerrón, que cree que todo lo que no es él, es derecha, lo incluiría en el bloque. Más adelante también hablaremos del centro y de los outsiders no alineados.

Capital político es el crédito reputacional, el valor diferente. ¿Qué es ser de derecha? Parece el cajón de sastre donde caben todas las ideas que no sean de izquierda. Hallar una identidad particular que sea un sello distintivo ahora que no hay frentes, es difícil. Sirve ir a Puno y Apurímac y preguntarle a la gente si sabe lo que es ser liberal, derechista o caviar… Nada, pero dígale que en la entrevía falta un puente, que en el caserío una posta, una escuela en cada poblado, un reservorio y varios acueductos; dígale que se puede reverdecer el terral con tractores y extender la carretera hacia las laderas y tender los rieles para un tren hacia el puerto. Dígales del gas que pasa por su geografía sin estacionar.

El capital político lo es todo porque la política es percepción y la percepción es todo en política. En décadas, el MEF transfirió diez veces más a San Miguel en Cajamarca, pero allí, vuelve usted hoy y verá la misma trocha y el mismo puente roto. 

Quizás haya algunas narrativas que están en la memoria y no necesitan contarse, sino verse: una escuela de Fujimori; una unidad escolar o un gran hospital de Odría (que ya no está); muchos conjuntos habitacionales, la carretera marginal o las hidroeléctricas de Belaunde. En tiempos de jales y contrataciones, que parecen los de un campeonato de fútbol, poco se ha hablado de principios e ideas, menos aún de cómo se hará lo que cada quien propone. Carlos Álvarez cree que indignarse como cualquiera es vencer a la criminalidad.

Me temo que estamos como al principio.

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