EL MUNDO AL REVÉS
Por: Dr. Juan Manuel Zevallos Rodríguez.
Hoy lo correcto es lo incorrecto, lo formal ha pasado a ser lo informal, lo normal es lo infrecuente y el caos gobierna la conducta humana llevándola por un camino de insatisfacción.
HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA
El mundo ha impuesto progresivamente para unos y para otros, de un momento para otro, sus leyes tiránicas. Estamos en el mundo de la servidumbre virtual, del agotamiento físico y emocional, en el mundo de los apátridas y de los desconsolados. Estamos viviendo un tiempo de competencia deshonesta, ahora el que gana no es el que da su máximo esfuerzo, ¡no!, gana el corrupto, el que engaña, el que burla el significado de las normas y aquel que confabula.
Aquellos niños que crecieron amparados a la sombra de las virtudes familiares despiertan, de pronto, ante la luz que ciega el horizonte de sus vidas, la luz deslumbrante de la deshonestidad y de los antivalores. Ven el mundo, ya sea en su juventud o en su adolescencia y muchos quizá se preguntan ¿qué pasó con el mundo que conocíamos?, ¿dónde se fue el respeto, la comprensión y la solidaridad?
De pronto el mundo lleno de luz y esperanza se trastoco en un mundo de violencia agobiante, de conductas fraudulentas, de egoísmo, deslealtad y vanidad por los logros alcanzados.
De seguro muchos de esos jóvenes que ingresan a la vida social y a la competitividad laboral se han puesto a pensar si ese es realmente el mundo que les gustaría vivir. ¡Se oponen a conciliar una alianza con esa forma de actuar!, no es posible vivir así, comentan al viento que pasa y luego, posiblemente se ponen a llorar.
¡No es justo!, se repiten, ¡el mundo está al revés! Y es cierto, el mundo que inculcamos en nuestros hogares lamentablemente está desapareciendo, ya las calles de nuestras ciudades no son las mismas, la inseguridad habita en ellas; ya no son iguales nuestros parques, la agresión acecha entre las hojas de los árboles. El mundo ha cambiado y los centros de trabajo ya no honran el esfuerzo humano, el trabajo ha dejado de dignificarnos; ahora nos absorbe, nos estruja, nos destruya y nos nutre, tristemente, de deslealtad para lograr salir adelante y “triunfar”.
Pero ¿triunfar en un mundo así puede significar algo? Para muchos, envueltos en esa conciencia social de violencia y de infamia, vale mucho; para aquellos que valoramos la verdad, el compromiso social y los actos de solidaridad y amistad, no valen nada.
Triunfar en un mundo así, cumpliendo esas normas y aquellas reglas de ingratitud y de destrucción lastima, no sólo nuestras emociones sino también a nuestro espíritu y nuestro cuerpo.
Cumplir las normas de competitividad fraudulenta del mundo actual daña nuestra autoestima, nuestra consideración por la gente, allana los caminos hacia el daño personal y cuestiona irremediablemente los principios de vida y de actos de humanidad.
Para muchos, vivir y disfrutar de un mundo con tales características es algo normal, es más, nos invitan a vivir y a disfrutar de los frutos de esta nueva sociedad. Nos hablan de la maravilla de los ingresos económicos, de la seguridad laboral, de los sueños que alcanzaríamos siendo “un poquito deshonestos”, por supuesto si nos importa aun dicho concepto, sino hemos caído ya en la trampa del comercialismo y de la inclusión laboral de dichos sistemas.
Es triste contemplar como mucha gente se deja absorber por dicho modo de vida. La gente bajo estos nuevos supuestos se vuelve progresivamente corrupta, inepta, iracunda y seres sin corazón, que van vendiendo su alma por una limosna de riqueza y de etiqueta social.
Pero lo que muchos no conocen es que, ese mundo de brillantes amparados en el juego sucio y la deshonestidad es un mundo sólo de fantasía, en donde alcanzas tus sueños siempre y cuando sirvas de modo fiel a tu dueño, siempre y cuando tengas algo que dar a la estructura social que te ha albergado en sus entrañas. Cuando dejas de ser confiable, cuando dejas de cumplir a “ojos cerrados” lo que se dice, cuando ya no tengas nada que aportar, cuando tu intelecto ya no de ideas ni pensamientos de ganancia económica, cuando tu cuerpo te abandone por el estrés continuo al que te ves sometido; entonces, sólo entonces, dejarás de ser útil para ese sistema y serás desterrado de su feudo.
¿Qué hacer entonces?, muchos dirán volver a comenzar; pero recuerda, ya has perdido mucho tiempo de tu vida y tu cuerpo está lastimado y tu mente se halla exhausta. Otros dirán, cambiar; pero te recuerdo que tus actos han marcado las existencias de muchas personas de tu entorno, no eres sujeto de confianza, eres un ser marcado por la desgracia de los actos de tus anteriores jefes.
Pero tienes razón, hay que volver a comenzar, hay que deshacerse de las ataduras. Debemos volver a nuestros inicios, a nuestros valores y al modo en como veíamos la vida en nuestra juventud temprana. Debemos volver a los sueños, debemos volver a creer en la gente de nuestro entorno, pero más aún, debemos creer en nosotros.
Si uno no cree en sí mismo y no se respeta y respeta sus sueños y sus valores nacidos en lo más profundo de su alma, ¿quién podrá creerle y respetarle? Pocos, muy pocos.
El camino de reencuentro personal comienza en el momento mismo en que renunciamos a vivir en un mundo con las normas que han sido descritas anteriormente. Pero alguien dirá ¿pero debemos vivir de algo? ¡No podemos volver las espaldas al mundo tecnológico ni a las comodidades del nuevo milenio! Es cierto, no podemos darles la espalda y comenzar a escribir la historia de nuevo, desde el árbol del bien y del mal o desde los tiempos de la nueva alianza y del arco iris de color en el cielo.
“El mundo es tal como es y no te lo puedo cambiar”. El mundo es maravilloso si queremos que sea maravilloso, pero a veces, nos venden un mundo maravilloso y este francamente, no lo es. Busca en tu interior, dibuja con tu puño el mundo que quieres vivir, aquel mundo que se aloja en tus sueños y en tus esperanzas. Luego coloca ese bosquejo delante de aquello que ves y busca alcanzar tus sueños sin contaminarte por la “inmundicia social”.
De seguro será difícil alcanzar el logro, nunca te prometí un camino sin problemas, sin obstáculos y sin limitaciones, pero recuerda, aquello que hemos obtenido con nuestro máximo esfuerzo y en base a nuestra lealtad y nuestro compromiso personal, vale mucho más que todo el esfuerzo invertido. Hemos alcanzado la meta, en base a tanto sacrificio, hemos luchado contra corriente y estamos aquí, observando alegremente lo alcanzado. Tanto el viaje como el resultado son alentadores, ¿qué más puedes pedirle a la vida?, lo has logrado todo y has logrado mucho más, les has demostrado a aquellos que no creían en ti que siendo honesto, qué siendo una persona íntegra, aún se pueden alcanzar muchos sueños en la vida, que aun teniendo todos los desafíos del mundo tú estabas ahí para enfrentarlos y para alcanzar las metas.