El inolvidable Pedro P. Díaz
Por Carlos Meneses Cornejo
Fue el emprendedor empresarial más importante del siglo XX.
ESPECIALES: Los arequipeños que yo conocí
En una casita rural del pago de Tingo, el matrimonio de los agricultores Martín Díaz Salas y Narcisa Cornejo Cervantes recibieron a su hijo Pedro Pablo Díaz Cornejo, el 26 de junio de 1893 El nacimiento sería inscrito en la parroquia del Sagrario el día 28 y oficialmente registrada en el municipio provincial el 29.
Pedro P. Díaz hizo sus estudios primarios en una escuelita de su pueblo natal y después con sus mayores viajó a las salitreras del sur que habían sido adelantadas por Chile al Perú, allí trabajó como ayudante de herrería y mecánica estudiando en el colegio de Iquique y después regresó al Perú para prestar su servicio militar en el Batallón Húsares de Junín y volvió a Chile para juntar dinero.
En 1915, regresó a Arequipa trayendo de Chile productos de cueros curtidos que incluyeron balones de fútbol, según publicidad aparecida en El Pueblo del 10 de abril de 1933. Con César Bustamante formaron una curtiembre y charolería con el nombre de América en el año de 1923.
Pedro P. Díaz se convirtió en un personaje popular y muy querido procurando la remodelación integral del balneario de Tingo, construyendo 2 piscinas, según informó el diario El Deber, el 6 de octubre de 1945. La empresa que fundó con Bustamante se deshizo y en 1931 fundó un periódico al que llamó El Sur.
En el diario El Deber, de 1940, publicó avisos de las Fábricas América que ya producían guantes, maletas, bolsos y cinturones, y se incorporó como socio de la Cámara de Comercio y miembro de la Asociación de Comercio e Industria.
Ordenó en Lima la construcción de un edificio de 4 pisos en la plaza de Armas de Lima, que diseñó el joven arquitecto Fernando Belaúnde Terry y que sería la tienda de Pedro P. Díaz en la capital de la República.
En 1947, presidiendo la junta municipal transitoria, Pedro P. Díaz creó la semana de Arequipa para festejar durante 8 días la fundación española, en 1934 financió una gira por México del equipo arequipeño FBC Aurora, según informó el diario El Pueblo.
Cuando empezó la fábrica se casó con Aurelia Leopolda Castillo Rivera, su primera esposa, con quien construyó un oratorio dentro de la misma fábrica y donde vivía. En el oratorio se honraba al Corazón de Jesús. No tuvo hijos, se dijo que el único que gestó murió antes de nacer o recién nacido.
El 24 de abril de 1948, el alcalde Alfredo Roberts le entregó la medalla de oro de la ciudad y comenzó a llevar a sus trabajadores e hijos a Mollendo en la creación de colonias climáticas. Pedro P. Díaz fue designado alcalde de Arequipa por el presidente José Luis Bustamante y Rivero y por primera vez puso una regidora mujer, Eva Morales.
En 1946, renunció al cargo por protestas populares por el precio de la subsistencia, pero el mandatario Bustamante le pidió retirarla y volvió a la comuna en hombros de sus 1000 trabajadores. Un gran incendio se produjo entonces en las Fábricas América que ya tenía 2 mil trabajadores.
La labor de los bomberos fue saboteada por los promotores del siniestro, un día después, Pedro P. Díaz hizo sonar la sirena de la planta indicando que volvían al trabajo.
Lima, Miraflores, Tacna y Cusco fueron los primeros lugares donde se vendieron sus productos, también tenía un centro de ventas en Argentina, Chile, Venezuela, Colombia, Estados Unidos y Canadá.
Su publicidad decía: “que el cuero curtido en Arequipa es bueno porque era peruano y es mejor porque además era arequipeño”.
En 1973, contrae nuevas nupcias con Angélica Palacios, su segunda esposa, luego de la muerte de su primera cónyuge. Con esta última decae la empresa, de 1000 obreros que tuvo se redujo a menos de 200.
Hizo donaciones muy importantes, por ejemplo, su casa de campo en Miraflores (Arequipa) fue obsequiada para una posta médica en favor de parturientas y recién nacidos. Al llegar la Segunda Guerra Mundial, expropiaron la casa y propiedades del ciudadano alemán Walter Emmel, él compró la propiedad.
Para cuando la guerra acabó devolvió la vivienda a Emmel, invitándolo a la casa que fue a ver si faltaba algo de lo que él dejó y al comprobar que estaba el inmueble, el auto, el piano, la vajillería de plata y todo lo que fue expropiado. Emmel le pidió que quemara los documentos que probaban que él la había adquirido. Así se hizo para luego devolver la casona ubicada en Yanahuara.
Pedro P. Díaz murió en 1974, el 31 de diciembre, prácticamente en la pobreza, en el cementerio de La Apacheta construyó un mausoleo donde hay flores frescas, que llevaba primero su leal chofer, Zenobio Pinto y después la esposa de este, Asunta. Luego los hijos de ambos, nietos, antiguos servidores y descendientes de quienes trabajaron con él empresario. También se pasa misas en el día de difuntos por don Pedro, doña Aurelia y Angelica Palacios.
El retrato de Pedro P. Díaz está en la galería de arequipeños ilustres del Museo Guillermo Zegarra Meneses. Los periódicos El Deber y El Pueblo publicaron sus avisos y fue famosa una orquesta de monos músicos que funcionaba a electricidad y que por décadas alegraba la tienda de Fábricas América, ubicada en la primera cuadra de la calle Puente Bolognesi.
Nunca se negó a brindar ayuda a los arequipeños y durante más de 10 años financió el viaje de sus obreros a Mollendo para que dejaran de trabajar 15 días, con todos los gastos pagados por él. Fue el más próspero, grande y recordado empresario arequipeño del siglo XX.