Mozart
Por Willard Díaz
El 05 de diciembre de 1791 murió en Viena Wolfgang Amadeus Mozart, hasta ahora no se sabe de qué. Su nombre real era Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart pero en cuanto pudo se deshizo del Juan Crisóstomo, recortó el Wolfangus y tradujo el griego Theophilus al latino Amadeus. Le quedó muy bien el Wolfgang Amadeus.
Fue un niño prodigio, a los cinco años Wolfgang compuso sus primeras sonatas, a los siete tocaba junto a su hermana el piano para príncipes y reyes de Europa. Pero vivió poco, murió a los 35 años.
Haydn le dijo en una ocasión al padre de Mozart, Leopold, que su hijo era «el más grande compositor que conozco, en persona o de nombre». Beethoven lo consideraba su maestro. Mozart no solo inventó el estilo clásico sino que innovó totalmente el arte de tocar el piano y dejó más de 620 obras, 46 sinfonías, 20 misas, 178 sonatas para piano, 27 conciertos para piano, 6 para violín, 23 óperas, entre otras.
Sus últimos trabajos, ya enfermo de muerte fueron “La flauta mágica” y el “Réquiem en Re menor”, que se dice escribió para sí mismo.
Llovía la mañana en que lo llevaron a enterrar, de modo que los cuatro parientes que lo acompañaron dejaron el ataúd por allí y cuando a los dos días volvieron ya los sepultureros habían echado el cadáver a la fosa común. No hay una tumba real de Mozart (hay una falsa, para turistas), pero nos queda un conjunto de obras maravillosas que este mes celebramos oyéndolas todo el día.