La batalla cultural en Perú
Por: Aldo Lorenzzi
Perú es uno de los bastiones que aún no ha sido tomado totalmente por el pensamiento woke ni por esta visión progresista latinoamericana que busca destruir el conservadurismo y ocupar todos los espacios para someter a las sociedades sin miramientos ni tolerancia. Esta es una batalla dura que continúa en nuestra región, a pesar de haberse ganado espacio en países como Argentina, con el fenómeno Milei, continúa en nuestra región.
Existen varios retos que deben asumirse poco a poco. Sin embargo, vamos a enfocarnos en lo que debemos hacer en nuestro país para poder dar una lucha con mayor sostenibilidad en los próximos años. Uno de los aspectos que se debe reforzar es la educación. Esta debe contar con pilares basados en visiones objetivas y no sesgadas. Por ejemplo, la ideología de género, que ya fracasó en los países nórdicos pioneros en este enfoque, además de otros países de Europa, donde se ha demostrado que ser hombre o mujer es una cuestión biológica y no cultural, como se propone.
Este tema debe ser un punto primordial en la agenda de los conservadores y liberales —espacios representativos de la derecha peruana— en los próximos años. Es necesario implementar una visión real de la historia de nuestro país, reconociendo lo que realmente contribuyó al desarrollo del Perú y llamando por su nombre a quienes, con violencia y terror, intentaron llevar al país al vacío y al caos.
Otro punto importante es la promoción de una ideología pro familia, la cual debe ser un pilar clave para construir una sociedad sana y sin odios. Estos odios son la materia prima “exquisita” para los grupos extremistas de la izquierda peruana y otras organizaciones que buscan desestabilizar el sistema y promover un nuevo orden político y social.
Los derechos humanos deben ser desideologizados en nuestro país. Este es quizás uno de los desafíos más urgentes, ya que bajo la narrativa progresista-caviar se han construido posturas que distorsionan el enfoque de los derechos humanos. Esto ha perjudicado al Perú, fomentando fenómenos que van desde la delincuencia común hasta la reivindicación de personajes vinculados al terrorismo.
Más allá de la agenda que debe plantearse, es fundamental construir liderazgos sólidos para asegurar una batalla equilibrada. Es necesario enfocarse en la juventud, que en los próximos años será el eje clave de esta lucha ideológica y cultural. Estos liderazgos no solo deben orientarse a formar cuadros políticos asertivos, sino también ciudadanos con influencia en todas las esferas de la sociedad.
La construcción de una agenda para la derecha peruana que contenga estos aspectos es crucial si se quiere ganar la batalla cultural. Lo que el Perú necesita no es solo establecer barreras legales contra pensamientos radicales, sino también generar una conciencia colectiva que fomente el desarrollo y el progreso a través del trabajo y la promoción de inversiones. Esta receta ya ha llevado a varios países al progreso, y Perú puede seguir estos modelos para convertirse en la tierra que muchos peruanos de buena fe anhelamos.