Minería informal: ¿entre la reforma y la revolución?
Por Iván Arenas
Un sector dentro del propio gremio de mineros informales o en vías de formalización (que para el caso es lo mismo) cree que estaríamos ante el inicio de una revolución de corte colectivista. El sector más zurdo de los mineros informales cree que existen todas las condiciones objetivas y materiales, así como una potente narrativa (súper estructura) para el inicio de una revolución de corte colectivista, cuyo liderazgo asumirían ellos mismos; es decir, un sector de la burguesía emergente (mineros informales) Asimismo, como escribiría Mao, solo faltaría la chispa que encienda la pradera. En todo caso también el momento adecuado para encenderla.
Antes vale puntualizar lo siguiente. Diversas aproximaciones históricas suelen decir que algunas revoluciones no serían sino la confluencia de diversos intereses y demandas de sectores populares con el liderazgo de burguesías emergentes cuyo propósito es mandar, cortando incluso cabezas de reyes, príncipes y zares. Allí están en todo caso la Francia de 1789 y la revolución de febrero en Rusia, como ejemplos.
Menciono todo lo anterior con el propósito de darle claridad al asunto, porque en ambos casos –Francia y Rusia– han sido las burguesías emergentes las que reclamaron un sitio en la mesa pequeña donde se reparte el poder. Hoy los sectores informales, allegados también a la ilegalidad, son una burguesía emergente que mueve miles de millones de dólares (alrededor de US$ 4500 millones anuales) y cuya influencia política, social y económica en las regiones y a nivel nacional es indudable. Estamos entonces ante una burguesía informal, en su mayoría, residualmente ilegal con la potencia necesaria para financiar proyectos políticos.
Si bien es cierto que esta nueva burguesía informal e ilegal pretende mayor presentación política de la que ya tiene, sobre todo en el Congreso, podría desbordar cualquier límite. En las últimas movilizaciones a favor de la ampliación del Reinfo –con campañas de comunicación pagadas, voceros y organizaciones bien financiados– han demostrado que músculo tienen para vencer al Congreso o a un Ejecutivo endeble. Si las demandas de esta nueva burguesía no son atendidas por los cauces legales y democráticos me temo que el sector más zurdo vería el momento para una revolución colectivista. En otras palabras el minero –capitalista informal– financiaría revoluciones que serían aprovechadas por el colectivismo y los jugadores zurdos ¿Qué hacer entonces?
Empezar el diálogo para crear condiciones para un pacto de concertación bajo el estricto respeto al Estado de derecho y al régimen de concesiones. Es decir, una reforma que integre a los informales y elimine a los ilegales de una buena vez. En caso contrario, vendría la tempestad.