Por: Carlos Meneses

El gobierno de Trump debe ser diferente, propiciando la unidad de América y la consolidación de la democracia en esta parte del mundo.

Donald Trump asume hoy la presidencia de los Estados Unidos (EE.UU.). La atención internacional está en los cambios que propugne quien ganó las elecciones en noviembre del año pasado.

Es evidente que el gobierno norteamericano que hoy se instala en la Casa Blanca tiene una trascendencia importante en la economía, en las relaciones internacionales y en el afán estadounidense de seguir siendo la primera potencia del mundo lo que ha sido reconocido por la presencia del mandatario de China, Xi Jinping, quien ha acudido a EE.UU. para saludar al nuevo jefe de Estado.

Habrá también un cambio en la actitud estadounidense para con América Latina, especialmente con naciones que estén preocupadas por anuncios hechos con respecto a la presencia de China en esta parte del mundo y en el comercio internacional. Es importante una redefinición de la actitud de EE.UU. con respecto al canal de Panamá, a sus relaciones con México, Groenlandia y Canadá.

De seguro el presidente Trump estará fijando nuevas líneas de hacer en América Latina en donde es importante que se sustente la democracia y la libertad, será significativa la posición que asuma con respecto a Venezuela y a países que están urgidos de libertades, de democracia real y de acuerdos para procurar un desarrollo conjunto en el continente.

Al gobierno de Trump no se le pueden pedir cambios espectaculares, pero sí un entendimiento con América Latina para caminar juntos y generar el progreso que se requiere para ponernos al nivel de quienes están empeñados en encontrar formas sanas de crecimiento y de competencia leal.