CRÉELO… AÚN HAY ESPERANZAS (3° parte)

Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y magíster en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.
El tiempo pasó y hemos olvidamos cuan alegres fuimos, añoramos por momentos esa etapa de nuestra vida, pero nos negamos a volver a ella. “Volver a ser niños es una utopía, es un imposible, es una irresponsabilidad” te dice el mundo. Yo vengo y te digo: sé feliz, reencuentra tu felicidad y nunca la alejes de tu camino, es tu bien más preciado después del bien vida.
HOY CONOCÍ EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA
Hoy te invito a reencontrarte, a cambiar esa coraza que te rodea por tu piel sensible, hoy te invito a quitarte esos lentes oscuros que hacen más tétrica tu existencia. Te invito a quitarte los zapatos y las medias y a caminar descalzo por el césped de un parque. Te invito a correr, a jugar y a reír.
Hoy te invito a que veas a cada persona que te rodea. Cada una es distinta, tanto en su exterior como en su interior. Cada ser humano, ¡contémplalo!, es maravilloso, tiene capacidades invalorables. Valora esas capacidades, no arruines tu vida fijándote en sus defectos, son lo menos importante de su ser, son lo menos significativo del paisaje que contemplas.
Ahora detente un momento. Tú también eres valioso pero lo más probable es que te has olvidado de ello, despierta tu conciencia, valora aquello que puedes ver y aquello que puedes sentir. Contempla también tus sueños, los realizados y aquellos que estén pendientes. ¿Estas satisfecho de todo?, de seguro que no. Puedes volver a planear tu vida, nunca es tarde. Solo debes hacer algo sencillo: ponte vallas altas y asume con libertad y responsabilidad los desafíos que te has propuesto.
Sí, tienes razón, ¡la vida es maravillosa!, repite conmigo. Pero puede ser más maravillosa. Recuerda: tu vida puede ser buena en muchos aspectos y puede ser mejor. Para ello otra receta sencilla: al valorar tu trabajo hazlo de la manera más honesta y exigente que puedas.
Es verdad, siempre se puede dar más, pero nuestra responsabilidad no es la perfección, es hacer las cosas bien, lo mejor que podamos.
Y volviendo a aquellos que te rodean, nuevamente contémplalos, cuánto aprendizaje, cuántas enseñanzas hay en sus triunfos y en sus fracasos, en sus experiencias vitales y en sus relaciones interpersonales. No dejes pasar esa oportunidad que te da la vida, aprende viendo el espectáculo de la vida y a la vez date un tiempo para enseñar a aquellos que te rodean, no importa si tienen más fracasos que éxitos, recuerda: más se aprende de los errores que de los aciertos.
Una nueva lección: la gente aprende más mientras enseña a otros.
Sé un líder en tu vida diaria, es fácil, no necesitas hacer imposibles, el secreto del liderazgo vive en tu manera de ser más no en la forma de hacer las cosas. Importan tus cualidades y rasgos personales. Importa tu manera de trabajar en equipo y en la forma que estableces puentes entre la gente que te rodea.
“Triunfamos gracias al esfuerzo de todos, fracasamos individualmente merced a nuestros actos mediocres y a nuestra actitud pesimista”.
Es nuestra responsabilidad desarrollar nuestra autoestima como valor capital en la realización de nuestra vida, alcanzar la estabilidad como un requisito necesario para tomar decisiones e inundar nuestro ser de tranquilidad ya que las tormentas emocionales enseñan mucho más que los días de templanza y de buena voluntad.
No debemos olvidarnos que tenemos en nuestro interior la capacidad maravillosa de contemplar la belleza, tanto interior como exterior, que podemos castigar pero que es mejor perdonar y que tenemos buenas aptitudes para hacer amigos y sociabilizar.
Somos seres que aprendemos día a día, que nos caemos y que nos levantamos. Somos seres humanos que aprendemos con el pasar de los meses y de los años a manejar las pérdidas y las frustraciones y por ende a solucionar los conflictos. No existe la palabra imposible en nuestro léxico, siempre y cuando reconozcamos lo valiosos que somos.
Cada parte de nuestro cuerpo nos da mayor valor y estima. Nuestros ojos nos regalan paisajes inolvidables y nuestros oídos nos obsequian sonatas impregnadas de recuerdos de amor y de felicidad.
Podemos enseñar bondad y solidaridad, tolerancia e inclusión, podemos ser seres altruistas si dejamos el egoísmo y la vanidad en el baúl negativo de los recuerdos de nuestra vida. Sólo basta con ser auténticos y sinceros con nuestro cuerpo espiritual.
No hay razón para engañarnos, hemos sido siempre seres de bien, aunque nos neguemos muchas veces a reconocerlo. Nuestros errores han impregnado nuestra conciencia de instintos negativos, de venganza, odio y muerte. Pero en esencia, somos seres de bien, en eso radica nuestro mayor potencial, ¡hemos nacido sin envidia!
Pero aún tenemos mucho que aprender. Nos falta desarrollar la capacidad de pensar antes de reaccionar, somos muy impulsivos y lamentablemente dejamos en cada acto impulsivo una marca de desgracia y de falta de humanidad.
Aún nos falta aprender muchas cosas, por eso la vida sigue siendo maravillosa, ¡qué terrible sería ya no tener nada que aprender!
Nuestro aprendizaje debe tener prioridades, una de ellas es “saber exponer nuestras ideas y no imponerlas”, asumir una conciencia crítica de cada acto que llevamos a cabo, asumir debates constructivos con los seres que nos rodean y alcanzar la diversidad del trabajo en equipo.
Otra de nuestras grandes obligaciones es cultivar día a día en nuestro jardín emocional la sabiduría para tomar decisiones, la serenidad para enfrentar las opiniones opuestas y alcanzar la máxima sensibilidad para amar la vida y por ende para hablar con el corazón.
¡Qué importante es saber hablar con el corazón!, sólo aquel que habla con el sentimiento a flor de piel puede regalar ternura y tranquilidad a su paso, sólo aquel que sabe hablar de la vida con ternura puede ayudar a construir de la nada la vida de aquel que irresponsablemente destruyó la suya.
Somos seres invalorables en un millón de aspectos y aun así nos atrevemos a sentirnos mal. Tenemos habilidades increíbles y constructivas. Podemos solucionar crisis interpersonales, superar nuestros niveles de ansiedad y rescatar nuestra vida de los pozos de la soberbia, de la envidia y la intransigencia social.
Dios vio el mundo maravilloso que creó y creó una maravilla más: el ser humano, ¡creo en ti!, felicidades, si te habías olvidado de ello recuerda… aún hay esperanzas.