LA VITAMINA A DE LA AMISTAD

Por: Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.
El ser humano es un ser vivo sociable por naturaleza. La ausencia de los vínculos sociales acarrea una serie de riesgos y hasta puede poner en riesgo la vida humana.
Está bien documentado que las personas solitarias, esquizoides, apáticas socialmente hablando o simplemente asociables tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, metabólicas, autoinmunes, oncológicas, dermatológicas y mentales.
En relación a la salud mental es claro que la ansiedad y la depresión es más evidentes en las personas que tienen mayores limitaciones en sus contactos sociales y que el riesgo suicida y el suicidio consolidado es más frecuente en aquellas que han desarrollado sus capacidades de sociabilización en un nivel más que bajo.
Hace algunos años corrió en redes sociales una “historia de guerra” en donde se comentaba que el equipo médico nazi, en la segunda guerra mundial, realizó un estudio que abordaba el neurodesarrollo en recién nacidos. Se comentaba, en ese artículo de marras, que las conclusiones de aquel estudio evidenciaban que los recién nacidos, hijos de judíos en campos de concentración, morían más pronto que de falta de afecto que de falta de alimento.
Es claro que un estudio así, bajo las estrictas y humanas reglas éticas nunca podría ser realizado y menos replicado si alguna vez fue hecho. Pero la reflexión a la que quiero llegar es el hecho claro que la falta de vínculo social nos priva claramente de uno de los alimentos mentales más importantes del ser humano, el alimento llamado vitamina A de la Amistad.
Hoy, los habitantes del siglo XXI sufren una deprivación evidente, significativa y catastrófica de esta vitamina. ¡Sí!, eternos amigos míos, los inquilinos del siglo de las mayores redes sociales de la historia están privados casi completamente de esta vitamina.
Tal vez, muchos de ustedes, cálidos amantes de la lectura y la verdad señalen ingenuamente que tienen una gran cantidad de amigos virtuales en Facebook pero, hoy vengo y pregunto: ¿la vitamina A de la amistad se mide en cantidad o en calidad de amigos? ¿Qué es realmente un amigo? ¿Cuántos amigos realmente tenemos en nuestra vida?
Es claro que la vitamina A de la amistad no se consume en comprimidos, tabletas o en jarabes; no se puede inyectar, nebulizar o aplicar intratecalmente (o directamente al cerebro), ¡no!, la vitamina A de la amistad se obtiene con el diálogo constante, con el compartir perpetuo, con la muestra significativa de solidaridad y con el regalo eterno que da la libertad.
Solo una amistad verdadera, sincera, conspicua y llena de gozo y de entendimiento puede llevarnos al cenit de la alegría, la paz y la bondad.
Uno de los mayores pesares de los seres humanos es el vacío, el dolor o el sufrimiento. Estos tres caballos emocionales del apocalipsis destruyen nuestras alianzas emocionales cerebrales y generan procesos reactivos o inflamatorios en toda nuestra biología. Estos cambios nefastos en cada órgano de nuestro cuerpo puede llevarnos, con el paso de los días, meses y años a desarrollar una serie de enfermedades, ciertamente prevenibles si tuviéramos una importante dosis de vitamina A de amistad en nuestro ser.
Yo me imagino un mundo académico en donde se dictase un curso teórico práctico denominado “inteligencia socio emocional”. Me imagino un mundo académico en donde los niños, aun los más pequeños de inicial, desarrollen una serie de talleres, dinámicas, actividades y tutoriales que potencien sus capacidades llamadas “habilidades sociales” me imagino un mundo académico en donde el compañerismo no sea una nomenclatura teórica sino una práctica cotidiana imbuida de solidaridad, confianza y respeto. Me imagino un mundo académico en donde el bullying se halla en extinción y en donde la salud física, mental y cognitiva ebulla en nuestros estudiantes e hijos.
Y luego de imaginarme ese mundo maravilloso con bajos índices de violencia, incomprensión, envidia y frustración me pregunto:
¿Qué será más importante impartir en nuestras instituciones educativas, desde las más básicas hasta las más complejas, desde inicial hasta superior, asignaturas lógico matemáticas o cursos socio emocionales?
Será más importante saber aplicar los principios de una ecuación geométrica o aplicar en nuestra vida la alquimia de la amistad eterna… Solo pregunto.
Y pregunto consternado porque los índices de suicidio y de intentos de suicidio siguen aumentando en nuestra hermosa y blanca ciudad.
Hoy me siento y me pregunto: ¿cuán grande será el dolor de una familia que ha perdido un ser querido por el suicido? Y me respondo: muy, pero muy grande.
¿Podemos prevenir ese dolor y el malestar de las enfermedades afectivas que se asocian a la falta de vitamina A de la amistad?
Claro que podemos, pero los cambios deben venir desde arriba y desde abajo. Desde la creatividad de las autoridades de salud y educación por hacer tal vez “la labor más importante de sus vidas”: crear, implementar y desarrollar la asignatura de inteligencia emocional y, desde la insistencia de los padres de familia para que sus hijos tengan realmente una formación que de los mejores frutos a lo largo de su vida.
Yo creo en un mundo lleno de personas que regalen a diario vitamina A de amistad, pero para ello, debo de seguir escribiendo estas páginas para animarlo a usted, mi atento lector a unirse a esta hermosa cruzada. Si, a esta cruzada para nutrirnos todos de VITAMINA A DE AMISTAD, para vivir pletóricos de inteligencia socio emocional.
Que dichoso sería un mundo en donde cada ser humano albergue tanta Vitamina A de la amistad. Un mundo en donde los abrazos sinceros de amistad calmen un dolor emocional; un mundo en donde la escucha asertiva nos lleve a tener bellos diálogos y mejores entendimientos, un mundo en donde todos nos apoyemos para ser más felices desarrollando en número mayor de capacidades en proceso de desarrollo.
Que hermoso sería nuestro mundo si tuviéramos menos enfermedades y mayores dones. Podemos juntos construir juntos este mundo, este es el momento para creer en el milagro de la vida y en dar de lo mejor de nosotros.
¡Hoy es el día! Regalemos vitamina A de amistad a nuestros seres queridos. ¡Hoy es el día! Regalemos vida, podemos hacerlo.