CRISIS DE GOBERNABILIDAD, AUSENCIA DE LIDERAZGO, MAL ENTENDER DE LA DEMOCRACIA EN EL PERÚ

Por Alejandro Paz S.
SERMO HUMILIS
Enfrentamiento cruzado entre el Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, Ministerio Público, Tribunal Constitucional, Defensoría del Pueblo, son muestra evidente de crisis de gobernabilidad que afronta el país, dejando pésimo precedente del mal entender de la democracia en el Perú.
La democracia, no solo implica el derecho a elegir y ser elegido, como el participar en los diferentes órganos de gobierno bajo el principio de delegación, sino el tener conciencia de lo que conviene a la sociedad para el futuro, no en cumplimiento de directivas de dirigentes corruptos que siembran y encuban exclusión, resentimiento y enfrentamiento entre peruanos. Traen consigo retrograda y distorsionada formación de clase, tienen como ejemplo sociedades de miseria, fracasadas, sin libertades, sin oportunidades, así solo se condena al caos y pobreza material como de conciencia, a la sociedad.
Nuestra democracia, también mal ejercida por intereses económicos, de lo que hoy es la derecha, se desentendió de nuestra población rural y habitantes fuera de la capital, sin acceso a educación, alimentación, salud, como elementos consustanciales para el desarrollo y crecimiento de todo ciudadano, consecuentemente de una sociedad, en igualdad de oportunidades y ejercicio razonable, crítico y virtuoso de derechos y libertades plasmados en exceso en una Constitución, recordando la fragilidad y vulnerabilidad de la persona humana, la sociedad y el Estado.
El Estado, convaleciente no encuentra receta ni puerta de escape a la crisis de gobernabilidad; si bien nos debe procurar seguridad y bienestar, no tenemos gobernantes ni funcionarios realmente comprometidos con el Perú. Priman intereses económicos empresariales, de pequeños grupúsculos y peor aún personales, individuales, que son avalados por pares que igualmente se convierten en cómplices, ahondándose la corrupción con la permisibilidad de marginados legalmente bajo el manto de la informalidad, que en el fondo ven protegidos sus intereses con dádivas, sobornos y otras distracciones a los dadores de leyes y funcionarios incapaces de hacer prevalecer el interés superior del Estado. Y si se ve gente en protesta, tomando calles, servicios públicos, agrediendo, desafiando el orden interno, es manipulada por políticos o pseudo políticos que explotan la necesidad de poblaciones en pobreza o extrema pobreza que encuentra así una forma de exteriorizar la ausencia de no contar con servicios ni condiciones mínimas para sobrevivir. En otros casos, aquellos deleznables dirigentes se aprovechan de la obnubilada conciencia, por no decir también ignorancia, de sus seguidores.
El Perú, ahora, no puede esperar la acción de un líder, porque quien debería asumir tal responsabilidad es la presidenta Boluarte quien mayormente incurre en desaciertos de gestión y su mejor acierto es rodearse de incapaces ministros que hacen del Poder Ejecutivo huerto de frutos podridos, encubriendo su corruptela y complicidad, que esperamos futuros gobernantes castiguen sus excesos de poder y abuso de poder, que no se debe olvidar es efímero. El deber de liderazgo debe nacer en cada ciudadano, comprometer su accionar en la formación con valores y virtudes a cada miembro en la familia, que trasciendan en el colegio, en el instituto, en la universidad, en la esquina, en el parque, en el barrio, en el club, en el centro laboral, en la sociedad en general, en procura de un solo rumbo, rumbo Perú.