Por: Carlos Meneses

Las mujeres que sean jefas de Estado cambiarán la imagen de los gobiernos y también de los pueblos. Esa es la esperanza de todos aquellos que deseamos verlas gobernar el mundo.

Pocas dudas hay de que una mujer sea elegida para la Presidencia de la República en los próximos procesos electorales y que las damas tendrán la responsabilidad de conducir naciones como ahora ocurre con México, país que tiene como mandataria a Claudia Sheinbaum y probablemente con otras personalidades femeninas de América Latina.

El deseo de las mujeres es tener participación activa en la vida de sus naciones y representar no solo a la mujer, sino lo que significa la presencia y la acción de quienes son un sector muy importante en número y en actividad en el destino de sus pueblos.

Los partidos políticos de derecha y de izquierda tienen valores suficientes y representativos para ocupar lugares de honor para conducir a sus pueblos, también para defender a los niños que generalmente sufren maltratos y castigos por mal que no han hecho y que solo mujeres pueden comprender y cambiar.   

En Europa es un fenómeno que no es tan reciente como en América Latina, pero igualmente válido para la defensa de la paz y para que las cosas se vean con ambos ojos. El cambio debe sobrevenir para que tengamos mujeres capaces no solo de gobernar sino de orientar el futuro de una humanidad que precisa de tener en cuenta que a la mujer no se le puede ni debe recortar derechos.