La realidad de Lima

Por: Carlos Meneses
A ese extremo están llegando las cosas en Lima y en otras localidades como Trujillo o Piura.
La manera de ver y vivir de la mayoría de limeños puede comprobarse por las preocupaciones de quienes tienen algún ingreso económico superior al común de los habitantes de la ciudad capital.
Una evidencia de ello es la revelación que acaba de hacer el alcalde Rafael López Aliaga cuando, en un escrito dirigido al semanario Hildebrandt en sus trece, se negó a revelar el lugar de su residencia para, en otras palabras, no proporcionar la dirección en donde habita y estar protegido de acciones delincuenciales y de terrorismo que amenazan a muchos limeños.
Debiéramos decir que quien asume responsabilidades como autoridades deben estar dispuestos a correr todos los riesgos que entraña el desempeño de su misión. El señor López Aliaga vendió la vivienda que tenía en Miraflores y en su lugar se construyó un edificio cuya propiedad comparte con un hermano, pero que no necesariamente es el lugar en que reside ahora.
Comprendemos la inquietud de protección que en favor de su vivienda y del descanso que requiere puede tener el alcalde, pero hay que recordarle que la propia presidenta de la Nación ha dicho que está buscando al sucesor del censurado ministro del Interior para designar a un hombre igualmente valiente como el señor Santiváñez, ese riesgo no quiere correrlo el alcalde de Lima y quizás tenga razón en asumir tal posición.
Lo cierto es que no dice dónde vive como para que nadie lo persiga y consiga lesionar su tranquilidad y no poner en riesgo su vida. Es también una revelación de un hombre con dinero que puede autoprotegerse en forma adecuada, como muchos otros hombres que teniendo dinero tienen que invertir parte de sus recursos en protección personal.