ULTIMAS NOTICIAS
Conectar las humanidades a la realidad

REFLEXIONES

Por: Rubén Quiroz Ávila

Los argumentos más difundidos y con sólida justificación son los que describen la suma importancia de la formación humanística en la educación en general. En la universidad, con persistencia histórica, existen aun carreras de humanidades en las que una comunidad académica debate permanentemente. Es verdad que existe una tendencia decreciente y desinterés por los estudios ligados a las letras. Incluso han desaparecido ya de la formación en las profesiones que no son de humanidades. Las razones son múltiples. Sin embargo, es tan esencial la educación humanística que es difícil concebir su desaparición inminente. Salvo que, como algunos sostienen, las profesiones más prácticas tienen mejor probabilidad de inserción laboral.

A cambio, las humanidades padecen sus propias dificultades tanto en la claridad de sus objetivos frente a la sociedad y, lo más notorio, la poca velocidad con la que insertan herramientas nuevas y cursos acorde con las necesidades actuales. Hay una lentitud alarmante en la actualización de sus planes de estudio. Entonces, entran en desfase con mayor rapidez que antes. El mundo está a otro ritmo. Y ello tienen consecuencias amenazadoras. Tanto para la permanencia de estas profesiones como para aquellos que han optado por una formación de esa índole. Por ello hay una inminente disminución de la demanda que, si continua a esa proporción, veremos la desaparición de las humanidades tanto como objetivos de vida de los jóvenes como su existencia misma en el esquema universitario.

A la par, el modelo de gestión de las humanidades es irreal. Por eso, a pesar de tener un grupo de pensadores y estrategas discursivos, les cuesta ponerse de acuerdo en cuáles son las mejores rutas para el futuro de sí mismos. Lo que debería ser un espacio para la toma de decisiones consensuadas y racionales, se convierte en una oportunidad perdida e inmovilizadora. Ello impacta negativamente en el despliegue de los planes de estudio que no incorporan cursos que permitan que los estudiantes tengan mayores herramientas de inserción laboral. Las humanidades y quienes la gestionan, envueltas en una endogamia intelectual y poco crítica consigo misma, están al borde de un solipsismo incomprensible. Lamentablemente, quienes sufren esta indecisión estratégica son los jóvenes.

De ese modo, las profesiones consagradas a la formación del espíritu, requieren de una urgente actualización de sus propios objetivos y una conexión realista con las necesidades contemporáneas. Desde aperturas a otros tópicos interdisciplinarios con una heterogeneidad temática sensata y actualizada, así como el establecimiento de vínculos permanentes con sus grupos de interés. Las humanidades tienen que volver a estar conectadas con la realidad.

Deja un comentario