«Hubiese preferido partir primero yo, que mi hermano de tiempo»

Por Carlos Meneses Cornejo
Hermanos de tiempo, Carlos Meneses y Mario Vargas Llosa.
CARLOS MENESES CORNEJO, DIRECTOR DE EL PUEBLO
Tenía la esperanza de volverlo a ver, pues nos habíamos comprometido a reunirnos cuando ambos llegáramos a cumplir 90 años, es decir el 28 de marzo de 2026. Mario escogió hacer un esfuerzo por venir a su Arequipa nativa, mi hermano de tiempo se ha ido antes; nacimos el mismo día, el 28 de marzo de 1936 y nuestras madres fueron atendidas por la misma partera, una inglesa que bien merecía la medalla de oro por atender gratuitamente a las mujeres sin recursos y que al saber que sufría de cáncer regresó de su tierra para morir aquí en Arequipa.
Mario estuvo conmigo en el cementerio de La Apacheta, los dos fuimos a visitar la tumba de miss Pitcher. En la última entrevista con Pedro Cateriano, él me advirtió del riesgo que para su salud significaba que Mario Vargas Llosa llegue a Arequipa, nunca pensé que ocurriera lo que infelizmente sucedió este domingo.
Siento un doble luto como peruano y arequipeño por lo que hemos perdido y hubiera ofrendado mi propia vida en favor de su supervivencia porque para nosotros es una pérdida que no solo nos apena, sino nos obliga a llanto por haber perdido algo de lo más valioso que hemos tenido en casi 500 años de la existencia de Arequipa.
Recuerdo con mucho afecto que en las últimas veces que vino a Arequipa nunca dejamos de vernos y que en el 2011 cuando aquí llegó para recibir el título de Hijo Predilecto de la Ciudad preguntó -en el almuerzo de recepción que le ofreció el Gobierno Regional de Arequipa- “¿dónde estaba la torta de Carlos Meneses, es el día de su cumpleaños?”
Ese gesto lo repitió por tres años consecutivos como una deferencia a nuestra amistad, después de haberme dispensado con una entrevista exclusiva cuando resolvimos llamarnos “hermanos de tiempo”. Él me preguntó qué pensaba de su nueva novia y yo le dije, “como arequipeño prefiero la figura de quien no ha faltado a los compromisos de venir a Arequipa todos los años como Patricia Llosa”.
Vargas escogía para comer, en La Nueva Palomino, el cuy que iba a consumir como buen arequipeño, le gustaba saborear la comida nuestra y si de algo se acordaba siempre fue de la novela en la que trató del caso de la monja Gutiérrez sobre la que escribió un libro.
Estamos entristecidos, pero a la vez orgullosos de haber tenido como compañero de vida el mismo tiempo desde nuestro nacimiento a un hombre que era un demócrata ejemplar y un arequipeño que amó, por todo lo que le dijo su abuelo Pedro, a una ciudad en la que él vivió apenas su primer año.
Su sueño final yo sé cuál ha sido, soñó con ver grande a Arequipa, por eso le regaló el íntegro de su biblioteca y por eso también una de sus palabras finales que escuché de sus labios es la preocupación que tenía por el futuro de nuestra tierra, de la democracia peruana y del amor que sintió siempre por su tierra natal.
¡Qué Dios lo tenga en su seno y que su familia encuentre el consuelo que yo también estoy buscando, pues si cielo hay, Vargas Llosa lo merece!
Don Carlos es Ud. Todo un characato de respeto y bien. Que orgullo el mio haberlo servido por un tiempo en la farmacia 24 Horas. Ojala publique pronto sus memorias y recuerdos, de antemano será un libro espectacular.