Por Danna Felipe B.

Orgullosamente, un conductor se puso a grabar cómo, junto a otros, agredía física y verbalmente a un grupo de inspectores del municipio provincial. El primer «¡Fuera, mi…!» se escuchó contra dos uniformados azules, pero la agresión física comenzó con cuatro damas. Exigieron que los dejen trabajar, olvidando que los trabajadores municipales estaban haciendo lo propio. El grupo de chóferes recurrió a hechos no propios de seres pensantes.

«Son mujeres, ¿qué les pasa?», criticó una transeúnte. Nada. Siguieron. Un uniformado azul apareció e hizo lo que pudo para defender a sus colegas. Sin embargo, el grupo también se las agarró con él, y con más insolencia. Los inspectores recibieron cantidad de insultos. Les arrojaron líquidos, cajas y otros objetos. Los conductores querían que se fueran. «¡Fuera, mié…!». Los obligaron a caminar.

Antes de llegar a la otra cuadra, un hombre con el rostro tapado empujó al único trabajador municipal masculino. A él ya le habían metido la mano más arriba. Finalmente, los afectados ingresaron a la antigua cárcel Siglo XX. Fueron refugiados. Sin embargo, las agresiones no pararon hasta que las puertas se cerraron.

En este tipo de casos, los municipales deben ser diplomáticos. Sin embargo, como cualquier ser humano, si uno es agredido, es natural que se defienda. Este grupo de inspectores mantuvo el buen comportamiento hasta donde pudo. Respondieron, sí, pero evitaron enfrentarse en medio de la indiferencia de quienes estaban cerca.

El trabajo de los inspectores de la comuna es fiscalizar y sancionar a los malos conductores. No tienen nada en contra de ellos. No es que no quieran que trabajen; que lo hagan, pero dentro del marco regulatorio. La informalidad en el transporte es un cáncer. Llevarlos al otro lado, a la formalidad, es más beneficioso tanto para los transportistas como para todos en general.

Asimismo, es responsabilidad del municipio buscar el bienestar colectivo. Con los informales han tenido sus diferencias y se espera soluciones. Empero, siempre habrá maneras adecuadas, maneras que no deriven en comportamientos prehistóricos por parte de ninguno.