JEFE DE LA REGIÓN POLICIAL

“Si un comisario no actúa, es por

ineficiencia o por corrupción”

Jefe de la Región Policial de Arequipa, el general PNP Olger Benavides Ponce de León.

A medio año de asumir el mando de la Región Policial de Arequipa, el general PNP Benavides Ponce de León repasa temas clave: la corrupción interna, el crimen organizado, la falta de confianza ciudadana, la protesta de los mineros informales y otros puntos relevantes de la seguridad en la región.

Por Jorge Turpo R.

Apenas veinte días después de asumir el cargo como jefe de la Región Policial de Arequipa, el general PNP Olger Benavides Ponce de León se vio envuelto en una prueba íntima y dolorosa: su propia familia. Una prima suya, detenida por conducir en estado de ebriedad pasada las once de la noche, no dudó en invocar su parentesco para zafarse del control policial. “Soy prima del general”, dijo. El suboficial, escéptico, terminó llamándolo.

El general atendió la llamada mientras estaba en un operativo en Sachaca. Al enterarse de lo ocurrido, no dudó. Le pidió al policía que cumpliera con el procedimiento: llevarla al dosaje etílico, hacer su trabajo. La prueba marcó 0.68 gramos de alcohol por litro en la sangre. Delito. Su prima fue detenida.

“Tú eres el peor sobrino”, le reclamó su tía entre gritos. Desde entonces, el vínculo con esa parte de su familia se quebró.

“Hasta ahora no me han perdonado. El Día de la Madre fui a visitarlas y no me recibieron”, confiesa el general, con una mezcla de tristeza y firmeza. Dice que la más afectada ha sido su madre. Con esa experiencia, ha decidido predicar con el ejemplo: “Si yo no intervengo ni por mi sangre, ¿por qué ustedes, comisarios, oficiales y suboficiales, tendrían que hacerlo por otros?”.

En un país donde el parentesco suele valer más que el reglamento, Benavides eligió perder una parte de su familia antes que perder el respeto de su institución. En esa decisión incómoda se revela lo que para él significa la autoridad: no el privilegio de ser temido, sino el deber de ser justo incluso cuando duele.

A medio año de asumir el mando de la región policial de Arequipa, Benavides Ponce de León habla con firmeza y sin rodeos. En esta entrevista repasa temas clave: la corrupción interna, el crimen organizado, la falta de confianza ciudadana y el drama de hacer cumplir la ley incluso cuando se enfrenta a su propia familia.

¿Cómo encontró la moral de la Policía en Arequipa?

-La moral en Arequipa está alta. Todos los que hemos ingresado a esta institución tenemos vocación de servicio. Pero también somos conscientes de que hay integrantes que no actúan correctamente. Por eso, desde que asumí, implementamos un “brazo legal”, una defensoría del policía, para respaldar a los efectivos que actúan bien. Esto es fundamental porque hemos perdido el principio de autoridad.

¿Por qué cree que en países vecinos como Chile se respeta más a la policía?

-Porque la sociedad también ha cambiado. En Perú, hemos tenido casos que dañaron la confianza ciudadana en la institución. Pero eso no significa resignarnos. Estamos trabajando para recuperar esa confianza con hechos concretos: hoy el 80 % de las comisarías tiene cámaras de vigilancia, incluso en oficinas de investigación, tránsito y calabozos. También implementamos códigos QR para denunciar malos tratos y hemos procesado a más de 60 efectivos por quejas reiteradas. El policía debe ser empático, no revictimizar. No podemos permitir que alguien llegue a denunciar violencia y se le responda “¿Qué habrás hecho para que te peguen?”

¿Cumplió su anuncio de visitar comisarías vestido de civil?

-Sí, ya lo hice. No lo publicito porque pierde el sentido. Fui, por ejemplo, a la comisaría de Jesús María y comprobé personalmente el desinterés en la atención. Hice mi queja como cualquier ciudadano a través del QR. Luego, al revisar las cámaras, confirmé la demora y se tomaron medidas. No se trata de perseguir, sino de corregir. Yo creo en ese dicho: “El ojo del amo engorda el caballo”. Por eso también voy a los operativos, incluso de madrugada.

¿Qué ocurre con los casos de sicariato en Arequipa? Se han registrado asesinatos y fugas como la del cabecilla de “Los Orientales”. Se fugó de la comisaría de Mariano Melgar. ¿Falla la inteligencia policial?

-Es un trabajo complejo. Capturamos a un sicario y al día siguiente lo reemplazan. En el caso de Paul, el cabecilla del que habla, sí, se fugó de la comisaría de Mariano Melgar. Ya no está en el país. Dos policías están siendo investigados por ese hecho. Fue un golpe fuerte para nosotros porque al día siguiente debía ser trasladado al penal.

¿Por qué cuesta tanto dar con los delincuentes si, como dicen los vecinos, “todos saben dónde viven”?

-Porque no basta con saberlo. Para intervenir legalmente necesitamos pruebas, llamadas, imágenes, seguimientos. La informalidad también nos juega en contra. El sicario apodado “El Animal” vivía en un departamento alquilado sin contrato. Le ofreció al dueño 800 soles mensuales, por adelantado, y nadie pidió identificación. Así no se puede combatir el crimen si no hay corresponsabilidad.

¿Cuánto ayuda la ciudadanía en las investigaciones?

-Mucho. Un ejemplo concreto: cuando recién llegué, ocurrió el asesinato en una farmacia de Cerro Colorado. Gracias a una información que nos dio una persona de una junta vecinal, pudimos coordinar la captura en Juliaca. Esa persona fue reconocida por la Policía. Si todos colaboráramos así, los resultados serían aún mejores. Siempre insisto en que la seguridad no es solo responsabilidad de la Policía.

BLOQUEO DE VÍAS: “BUSCAMOS EVITAR UN COSTO SOCIAL ALTO”

Durante el bloqueo en la Panamericana Sur, miles de personas quedaron varadas. ¿Por qué la Policía no intervino de inmediato? ¿Hay una orden desde Lima para no tocar a los mineros informales?

-No, no hay ninguna orden de ese tipo. Nuestro trabajo es dar garantías a todos. Pero hay realidades que debemos evaluar. En Chala había más de 4 mil mineros y en Ocoña unos 3 mil. Nuestra capacidad operativa no alcanza para una intervención así sin refuerzos. Por eso pedimos apoyo. Hemos intentado agotar el diálogo, la verbalización, pero también entendemos que la población se cansa.

Pero esa espera genera la sensación de que los mineros informales tienen privilegios.

-Lo que buscamos es evitar un costo social alto. Sabemos que hay afectación, por eso ya activamos la orden de operaciones. Pero las demandas de los mineros no se solucionan aquí en Arequipa ni por la Policía. Es un tema nacional. Aun así, estamos haciendo lo que nos corresponde para intervenir de manera segura.

¿Y qué hay del teniente que se llevó su fusil AKM con municiones? ¿Era ‘chaleco’ de los mineros informales?

-Fue detenido por la misma Policía. Se abrió proceso penal, administrativo y está bajo investigación. Era jefe del destacamento de carreteras en esa zona de Chala. No hay espíritu de cuerpo mal entendido aquí. Apenas se supo lo ocurrido, se dispuso su detención y denuncia ante Inspectoría, la Policía Anticorrupción y la justicia ordinaria. No puedo adelantar las hipótesis de la investigación.

Un general en retiro me dijo: «Si un comisario no detiene a un delincuente o es ineficiente o está cobrando cupos». ¿Coincide con esa frase?

-Totalmente. Un comisario conoce su jurisdicción. Si hay puntos de venta de droga o prostíbulos ilegales y no actúa, es por esas dos razones. Aquí no hay excusas. En Arequipa ya hemos procesado a más de 100 policías por faltas leves, graves y muy graves. Algunos por corrupción. Un policía de Camaná está en el penal por participar en un robo. El excomisario de Mariscal Castilla también está preso por cobrar cupos a prostíbulos. Si un comisario no actúa, es por ineficiencia o por corrupción.

¿Qué se hace con esos comisarios? ¿Por qué no se les remueve de inmediato?

-Los estamos evaluando. Pero para cambiar a un comisario necesito fundamentos y pruebas. No se puede actuar solo por sospechas. Aun así, ya se han producido cambios. Además, el comisario debe tener un perfil: conocer su zona, hacer trabajo comunitario, liderar operativos. El que se encierra en su oficina, no sirve.

¿Es usted consciente de que no se puede recuperar la confianza de la ciudadanía si no se limpia a fondo la institución?

-Ese es el objetivo. Yo mismo doy el ejemplo. Y se los repito a los oficiales y suboficiales: nadie es dueño de su puesto. Si yo fallo, también pueden removerme. Aquí no hay privilegios, aunque a veces se crea que, por ser arequipeño, uno tiene coronita. No. Nadie está por encima del deber.

OBRAS INCONCLUSAS

Los suboficiales se forman en condiciones inhumanas en la Escuela de Charcani, son prácticamente galpones de triplay y calamina ¿Cuándo funcionará la nueva escuela de La Joya?

-Ese es un tema prioritario para mí. Ya se resolvió el contrato con la empresa anterior y se están haciendo las gestiones para concluir la obra. El laboratorio criminalístico también está avanzado.

¿Pero esa Escuela no funcionará mientras no decidan de dónde sacarán la conexión de agua?

-Así es. Hay un problema con el agua en La Joya, pero estamos evaluando alternativas, como extraerla del subsuelo o usar cisternas, mientras se termina una solución definitiva. La meta es que funcione el próximo año. Aunque sea con cisternas, pero esa escuela debe entrar en funcionamiento el primer trimestre del próximo año.

¿Cuántos policías egresan ahora y cuántos se necesitan?

-Actualmente egresan 220 a 250 policías, pero cada año se jubilan entre 400 y 500. El déficit es enorme. Por eso he encontrado comisarías con solo cinco efectivos. Dos policías para un día no pueden hacer mucho. Necesitamos reforzar la escuela y egresar hasta 800 por año para cubrir la brecha.

Durante dos años no se pudieron adquirir vehículos policiales. La promesa del gobernador regional, de comprar 100 patrulleros no se cumple. ¿Cuál es la situación actual?

-Cuando llegué, me reuní con el gobernador y se optó por cambiar el mecanismo: pasamos de licitación directa a obras por impuestos. Ya se levantaron las observaciones de Contraloría y estamos en el tramo final del proceso para elegir a la empresa que proveerá los vehículos. Esperamos tener la buena pro a mediados de julio.

¿Y las nuevas comisarías?

Tenemos avances concretos en Matarani, Cayma, Alto Selva Alegre, Tiabaya y Yura. En El Pedregal, la municipalidad ya nos está donando el terreno para una nueva división. Hay un trabajo sostenido. Eso sí: sabemos que tener más comisarías no basta sin más personal, por eso insistimos en la urgencia de reforzar la escuela de La Joya para que egresen 800 efectivos.

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