Malla de valor nacional

APROXIMACIONES

Mesías Guevara Amasifuen

Uno de los desafíos que tiene el Perú es lograr su articulación vertical y horizontal. Lo vertical pasa por articular los tres niveles, el Gobierno nacional, regional y municipal. Lo horizontal tiene que ver con lo intersectorial e interregional.

El camino para lograr esta articulación es establecer una malla de valor para el desarrollo del Perú. Con una malla podemos estructurar de manera dinámica los actores, recursos y políticas públicas, entrelazándolos para generar sinergias en múltiples niveles, como el económico, el social y el ambiental. Esto permite evitar silos territoriales o sectoriales y crear nodos de cooperación, por ejemplo, minería sostenible, agricultura y turismo vivencial.

La malla se debe estructurar con nodos articuladores, que son puntos de conexión estratégica donde encontramos nodos productivos constituidos por ejes económicos complementarios, nodos logísticos y los nodos de conocimiento sustentados en redes de innovación, conformados por parques científicos tecnológicos y las universidades.

Luego tenemos que establecer las conexiones multinivel; en lo vertical está la gobernanza, constituida por los planes de desarrollo concertado, que tienen que estar alineados al PEDN 2050, y el horizontal, que tiene que ver con el territorio, destacando los corredores económicos.

La implementación de una malla de valor requiere de una plataforma de inteligencia territorial que se sustente en un sistema digital (big data) que cruce los datos de los planes regionales de desarrollo concertado, inversiones públicas y privadas, así como las brechas por cerrar –acuerdos entre el Gobierno nacional, regional y empresas para implementar proyectos con retorno socioeconómico, mesas técnicas público-privadas por nodo. Por otro lado, se necesita del liderazgo articulador del Ceplan y la PCM, consolidar la inversión en infraestructura tanto física como digital y fomentar la cultura de la cooperación para romper paradigmas como el localismo que fragmenta a nuestro país.

El éxito de una malla de valor se puede medir con indicadores, como el porcentaje de PBI generado por nodos articulados, reducción de costos logísticos entre regiones conectadas, el aumento de patentes regionales, calidad de los servicios públicos.

Una malla de valor, al no ser una secuencia lineal, característica propia de una cadena de valor, no corre el riesgo de caer en una desarticulación territorial. En este caso, si un eslabón falla, otros nodos compensan porque está diversificado, y algo muy importante, las regiones no solo son proveedoras de recursos, sino también socias estratégicas.

Este modelo transforma al Perú en un ecosistema interconectado, donde la competitividad de una región potencia a las demás.

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