Bandera de guerra descansa en el corazón de Arequipa
Por: Daniela Fernández C. Fotos: Miguel Zavala D.
Museo Histórico Municipal alberga objetos e historias únicas.
ES UN SÍMBOLO DE RESISTENCIA
Ubicado en una casona de rica arquitectura colonial, el Museo Histórico Municipal “Guillermo Zegarra Meneses” guarda entre sus muros no solo objetos valiosos, sino también una profunda historia que conecta con las raíces culturales y educativas de la ciudad. Hecho de sillar y piedra, con bóvedas, claraboyas y patios empedrados, fue en su momento hogar del primer colegio de mujeres fundado por el presbítero Jorge Antonio del Fierro en 1813, dedicado a la enseñanza de niñas pobres y muchachas aristocráticas.
El museo fue fundado oficialmente el 18 de agosto de 1955 por el Dr. Guillermo Zegarra Meneses, reconocido por su palabra, sabiduría y compromiso con la cultura. Desde entonces, el lugar se ha consolidado como un punto esencial para la preservación de la historia peruana y arequipeña, albergando distintos objetos de valor histórico.
Entre ellos destaca una pieza emblemática. La bandera que flameó en la histórica batalla del 2 de mayo de 1866, una confrontación clave entre el pueblo peruano y las fuerzas navales españolas, que buscaban recuperar influencia en América. Ese día, miles de ciudadanos, soldados y artilleros defendieron el puerto del Callao con firmeza, logrando un triunfo que consolidó la soberanía nacional.
La bandera ondeó sobre una de las baterías de defensa del puerto, fue recuperada y conservada por veteranos republicanos. Décadas más tarde, llegó a Arequipa como símbolo de resistencia, y fue entregada al museo como donación por descendientes de combatientes que quisieron preservar su memoria y valor histórico.


Desde entonces, la bandera descansa en silencio dentro del museo. En ella se evidencia el trajín y las cicatrices de las batallas, fue testigo de una jornada decisiva en la historia del Perú, y aunque sus colores han perdido el brillo de antaño, aún se percibe en ella la dignidad de quien alguna vez se alzó con firmeza frente al enemigo. Como si tuviera alma, sus pliegues parecen guardar el aliento de los combatientes, el estruendo de los cañones y el latido firme de una nación que se negaba a caer.
Ya no ondea al viento, pero permanece orgullosa, como quien sabe que cumplió su deber. Observa con solemnidad a quienes se detienen frente a ella, recordarles que la libertad tiene un sacrificio y que ella fue parte viva de esa gesta. En su tela, en cada costura, se lee la memoria de un pueblo que luchó sin rendirse.
Para los historiadores esta bandera es un símbolo de identidad colectiva que nació en una batalla clave para la emancipación nacional. Sin duda, debería estar presente en más museos, especialmente en aquellos de mayor reconocimiento, para que esta parte de la historia sea visible en otros espacios. La batalla del 2 de mayo contribuyó directamente a formar la identidad como nación que tiene el Perú.
También es importante mencionar el valor incalculable de objetos como esta bandera. Muchas veces, cuando los niños o visitantes van a un museo, lo hacen solo para ver cosas, sin entender cuánto han contribuido a nosotros como peruanos, es así como rescata el rol vital de los museos como puentes entre pasado y presente.

La historia debe ser accesible a todos. A veces todo se explica con términos técnicos y difíciles de comprender, lo que aleja al ciudadano común. Ya han existido proyectos para difundir mejor la historia, pero se necesita seguir avanzando, porque la historia es la base de la identidad de un pueblo.
