Miedo al fracaso, ansiedad por el futuro
Lic. Ricardo Lucano

Vivimos en tiempos donde casi todos llevamos un miedo instalado de fábrica: el temor a que las cosas salgan mal y la ansiedad de no saber qué pasará mañana. A veces es solo un murmullo en el fondo de la mente; otras, es un peso que se siente en el pecho.

El filósofo Baruch Spinoza tenía una idea liberadora: nada pasa porque sí, por simple “buena” o “mala” suerte. Todo lo que ocurre -incluido lo que sentimos- es parte de una cadena de causas y efectos que empezó mucho antes de que nosotros estuviéramos aquí. En otras palabras: tus miedos, tus deseos y tus ansiedades no aparecieron de la nada, sino que son fruto de todo lo que has vivido, aprendido y experimentado.

Esto puede sonar como una condena: “entonces no puedo cambiar nada”. Pero Spinoza lo veía distinto. Para él, la libertad no está en controlar el mundo, sino en comprenderlo. No podemos detener la lluvia, pero sí entender por qué cae y salir preparados con paraguas.

Imagina que alguien habla mal de ti y eso te provoca angustia. ¿Tiene esa persona poder real sobre ti? Lo que duele no son sus palabras, sino lo que tu mente hace con ellas: el significado que les das, la historia que te cuentas. Lo mismo pasa con el miedo al fracaso o la ansiedad por el futuro: lo que nos atormenta no es siempre el hecho en sí, sino la interpretación que construimos en nuestra cabeza.

Spinoza proponía un pequeño método para no ser rehenes de nuestras emociones:

  1. Observar lo que sentimos. No reprimir ni disfrazar: “esto que siento es miedo”, “esto es tristeza”, “esto es enojo”.
  2. Preguntar de dónde viene. ¿Es una amenaza real o un eco de algo que ya vivimos? ¿Estoy exagerando?
  3. Comprender su causa. Cuando entendemos el origen de una emoción, pierde gran parte de su fuerza.

Los miedos ya no son monstruos que nos controlan, sino señales que podemos leer y manejar. Esto produce lo que Spinoza llamaba alegría serena: una paz que no depende del éxito, el dinero o la aprobación de los demás, sino de aceptar que somos parte de un orden que no siempre controlaremos, pero que podemos aprender a mirar sin miedo.

La consecuencia es poderosa: el miedo deja de pilotar nuestra vida, la ansiedad nos roba menos noches de sueño y empezamos a vivir con un corazón más ligero y una mente más clara, el mensaje de Spinoza es simple y práctico: no se trata de vivir sin problemas, sino de no multiplicarlos en nuestra cabeza. Entender que no todo está bajo nuestro control no es rendirse: es ganar libertad.

Porque si la vida es un río que corre sin pedirnos permiso, más vale aprender a nadar con la corriente que intentar detener el río con las manos.

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