Cáncer gástrico avanza en Arequipa y cada día afecta a los más jóvenes
Por Jorge Turpo Rivas
Según el jefe de oncología del HNCASE de EsSalud, Renzo Álvarez, los casos prácticamente se han duplicado en el último año. Consumo de agua contaminada y alimentos ultraprocesados están entre las causas.
UNA PACIENTE DE 18 AÑOS FUE ATENDIDA EN EL HNCASE
En las salas del Hospital Nacional Carlos Alberto Seguín Escobedo de EsSalud, las estadísticas se sienten más pesadas que los expedientes médicos. En lo que va del año, se han registrado 36 nuevos casos de cáncer gástrico en Arequipa. El número, de por sí alto, es aún más alarmante cuando se compara con el mismo periodo del año pasado: el doble de diagnósticos.
Para el doctor, Renzo Álvarez, jefe del servicio de oncología del hospital, la cifra no es sólo un dato frío, sino una señal de alerta.
“Es una preocupación real. Nos obliga a redoblar esfuerzos en prevención y detección temprana”, afirma.
Lo inquietante no es solo el aumento, sino también el cambio en el tipo de pacientes: cada vez hay más personas jóvenes.
Hace poco, Álvarez atendió a una paciente de apenas 18 años, referida desde Tacna. “En esa región, la calidad del agua no es buena. Creemos que el consumo de agua contaminada con metales pesados es una de las causas”, explica.
Para él, la salud pública no se defiende solo con tratamientos, sino con mejores servicios básicos.
Cuando estudiaba medicina, Álvarez no veía casos de cáncer gástrico con la magnitud actual, menos aún en personas tan jóvenes. Hoy, el panorama es distinto. En su experiencia, la contaminación de los ríos, el consumo de productos ultraprocesados y ciertos hábitos alimenticios dañinos han abierto camino a una enfermedad que, en sus primeras etapas, se disfraza de gastritis.
El cáncer gástrico afecta el revestimiento del estómago y, en algunos casos, la unión entre el esófago y el estómago. Sus síntomas iniciales —indigestión persistente, acidez, dolor abdominal, pérdida de apetito, saciedad rápida o pérdida de peso inexplicable— pueden confundirse con males menores, lo que retrasa el diagnóstico.
Esa demora es crítica. “La gran mayoría de casos se pueden curar si se detectan a tiempo”, insiste Álvarez.
Pero cuando los síntomas son difusos, la tentación de automedicarse o simplemente ignorarlos es fuerte. Y ahí la enfermedad avanza en silencio.
En Arequipa, la dieta tradicional ha cambiado. El consumo frecuente de alimentos ahumados, salados o procesados —ricos en nitratos y nitritos— incrementa el riesgo. La presencia de la bacteria Helicobacter Pylori, responsable de la gastritis crónica, es otro factor decisivo: su infección prolongada multiplica las posibilidades de desarrollar cáncer gástrico.
A ello se suman el tabaquismo, el consumo de alcohol, los antecedentes familiares y enfermedades como la anemia perniciosa o la presencia de pólipos gástricos.
Incluso costumbres cotidianas, como comer “recalentados” de la noche anterior, juegan un papel. “Siempre es mejor consumir productos frescos”, recuerda Álvarez.
PREVENCIÓN: LA DEFENSA MÁS EFECTIVA
En oncología, la prevención es más poderosa que cualquier tratamiento. Llevar una dieta balanceada, rica en frutas y verduras, reducir la sal y los alimentos procesados, evitar el tabaco y moderar el alcohol son pasos básicos.
Pero en Arequipa y el sur del país, la prevención también pasa por atender problemas estructurales: mejorar la calidad del agua, garantizar acceso a controles médicos y educar sobre la importancia de tratar infecciones como la de Helicobacter Pylori. “No basta con decirle a la gente que coma mejor si no tienen agua limpia para cocinar”, advierte Álvarez.
Cuando el cáncer gástrico se detecta en etapas tempranas, la cirugía para extirpar el tumor ofrece buenas posibilidades de recuperación. En estadios más avanzados, se recurre a quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia o terapias dirigidas.
Cada paciente es distinto, y el éxito del tratamiento depende de múltiples factores, pero todos coinciden en un punto: el tiempo es determinante. Llegar temprano a la consulta puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
El aumento de casos en Arequipa es un llamado de atención. Para el sistema de salud, implica reforzar campañas de concientización y detección precoz. Para la población, significa asumir un rol activo: no subestimar síntomas persistentes, pedir exámenes cuando algo no parece normal y cuidar los hábitos diarios.

En el hospital cada caso es una historia. Hay jóvenes que nunca pensaron que un dolor de estómago podía ser algo grave; adultos que ignoraron señales por meses; familias que aprendieron, demasiado tarde, que el cáncer gástrico no espera.
Las cifras seguirán creciendo si la prevención no se convierte en un hábito colectivo. Porque en Arequipa, como en tantas partes del mundo, esta enfermedad no distingue edades ni ocupaciones. Llega sin ruido, disfrazada de una dolencia común, y solo la vigilancia constante puede detenerla.
La lucha contra el cáncer gástrico es, al final, una carrera contra el tiempo. Y en esa carrera, cada día ganado cuenta.
