El Palomar: medio siglo de historia y la promesa de una remodelación que cambiará el corazón pesquero de Arequipa
Por: Zintia Fernández L.
El tradicional mercado pesquero del Cercado de Arequipa no solo abastece de productos hidrobiológicos frescos a miles de familias; también ha sido escenario de celebraciones, conflictos legales y desastres naturales que marcaron su historia.
COMERCIANTES ESPERAN SU REMODELACIÓN
El olor salino golpea antes de entrar. Son las seis y media de la mañana y el mercado pesquero El Palomar hierve de actividad. Los envases rebalsan de pescados y mariscos recién descargados. “¡Lleve pescado para su ceviche!”, vocea un vendedor, agitando una bolsa al alcance de los “caseros” que recorren los pasillos. El bullicio y el aroma evocan inevitablemente el recuerdo del último Día del Pescador, cuando en ese mismo lugar se sirvió una sarza de mariscos que muchos aseguraron era la más rica de Arequipa.
Ubicado en el Cercado, El Palomar se levanta como uno de los centros de abasto más concurridos de la ciudad. Su fachada sencilla, con un letrero visible que anuncia su nombre, apenas insinúa el torbellino de voces, colores y aromas que lo habitan. Tras sus muros, no solo se comercia pescado, también se libran historias y disputas. En junio de este año, luego de un juicio que se prolongó por ocho años, la Junta de Propietarios obtuvo el derecho sobre el salón de usos múltiples, un espacio reclamado por comerciantes de El Palomar y los del mercado Productores.
Entre el ir y venir de compradores, la Municipalidad Provincial de Arequipa proyecta un futuro distinto para el mercado. El 8 de abril de este año, comerciantes y autoridades se reunieron para discutir el proyecto “Mejoramiento del servicio de accesibilidad a la adquisición de productos de primera necesidad del mercado de abastos El Palomar”. El plan, aún en expediente técnico, promete renovar infraestructura, equipamiento y mobiliario. Esto beneficiará no solo a los vendedores, sino a las cientos de personas que acuden a diario, afirmó ese día el gerente municipal Pablo Salinas.

Las tensiones con el municipio no son nuevas. En 2023, la gestión local reactivó procesos de formalización y venta de locales, lo que generó roces con la asociación de comerciantes. Ese mismo año, la inestabilidad de la oferta marina golpeó los bolsillos: el precio y la disponibilidad de especies como el bonito subieron y bajaron al compás de un oleaje anómalo que dificultó la llegada de productos hidrobiológicos.
La memoria reciente también guarda episodios de inspecciones y cierres parciales. En 2020, al inicio de la pandemia, el mercado fue uno de los recintos supervisados para verificar salubridad y abastecimiento. Aquellas visitas impusieron cambios drásticos en la limpieza, el manejo del pescado y la organización de los puestos, transformando la relación entre administradores y vendedores, que aprendieron a negociar nuevas reglas bajo la presión de la crisis sanitaria.
Pero la mayor prueba sucedió el 8 de febrero de 2013. Una lluvia histórica —123 milímetros cúbicos en un solo día, el equivalente a dos meses— activó la torrentera de la Av. Venezuela. El agua y el lodo arrasaron con calles y locales, convirtieron los pasillos del mercado en un lodazal y obligaron a cerrar por días. Cuatro personas murieron en la ciudad y las pérdidas fueron millonarias. El Gobierno central declaró la emergencia por 30 días, y el Ingemmet recomendó un sistema de alerta temprana contra huaicos que, más de una década después, sigue sin concretarse.
Caminar por El Palomar es caminar por más de medio siglo de historia. Construido entre 1967 y 1969 durante la gestión del alcalde Alfredo Corso Masías, formó parte de un ambicioso plan de modernización urbana que incluyó la pavimentación de avenidas y la construcción de mercados zonales. Antes de tener un edificio propio, pescadores y vendedores ambulantes ofrecían su mercancía en ferias improvisadas cerca del Coliseo Arequipa, descargando el producto directamente de camiones y cajones con hielo.

El Mercado no solo es punto de venta también se convierte en escenario de grandes celebraciones culinarias. En junio de 2019, con motivo del Día del Pescador, los comerciantes prepararon más de 2 000 platos marinos, vendidos a solo 10 soles cada uno.
