La ineficiencia de la obra pública: cuando la modalidad define el destino de la inversión
Álvaro Cubas, economista del Consejo Privado de Competitividad

En el país conviven dos realidades opuestas: modalidades modernas que entregan proyectos a tiempo y con eficiencia, y esquemas tradicionales que acumulan rezagos y paralizaciones. El contraste entre PEIP, y Obras por Impuestos versus modalidades tradicionales de ejecución revela hasta qué punto la elección de la modalidad define el destino de la inversión pública.

Las cifras recientes lo ilustran con claridad. A julio de este año, los Proyectos Especiales de Inversión Pública (PEIP) ejecutaron el 71 % de su presupuesto y aumentaron su inversión pública en 11,5 %, respecto a julio de 2024, consolidándose como una herramienta eficaz para acelerar obras estratégicas. De hecho, ya han entregado 40 de las 75 escuelas comprometidas, lo que demuestra que la ejecución no solo avanza en cifras, sino también en resultados tangibles. En el otro extremo, el Programa Nacional de Infraestructura Educativa (PRONIED) apenas alcanzó un 29,9 % de ejecución y retrocedió 53% en el mismo período, confirmando la inercia de un esquema tradicional que no responde a la urgencia de cerrar brechas en infraestructura escolar.

El panorama es aún más preocupante en la administración directa, modalidad que concentra 1.311 obras paralizadas, equivalentes al 51 % del total de proyectos detenidos en el país. Además, a junio de 2025 los proyectos con PIM en esta modalidad acumulan en promedio 232 días de atraso. En la práctica, los proyectos ejecutados bajo este esquema parecen condenados a repetir un patrón previsible de retrasos considerables y, en el peor de los casos, paralizaciones prolongadas.

En contraste, las Obras por Impuestos (OxI) han demostrado ser significativamente más eficientes: el 73,6 % de los proyectos culminados se ejecutaron dentro del plazo previsto, con un 100% de cumplimiento en el gobierno nacional, 63 % en los gobiernos regionales y 74 % en los gobiernos locales. Los resultados muestran que la participación directa del sector privado en la gestión de proyectos se traduce en mayores niveles de eficiencia.

La evolución reciente también confirma el creciente atractivo de este mecanismo. Tras adjudicaciones relativamente modestas de S/446 millones en 2022 y S/ 552 millones en 2023, en 2024 se alcanzó un pico histórico de 4 329 millones de soles, mientras que en lo que va de 2025 ya se han adjudicado S/ 1 798 millones. Estos montos reflejan que las Obras por Impuestos no solo se han consolidado como una alternativa viable, sino que han ganado protagonismo dentro de la cartera de proyectos nacionales y subnacionales.

El contraste es evidente: cuando el Estado apuesta por modalidades modernas y eficientes, como los PEIP y OxI, los resultados son visibles y medibles; cuando persiste en esquemas tradicionales como PRONIED o la administración directa, se multiplican los retrasos, paralizaciones y sobrecostos. La diferencia no es menor: se traduce en escuelas que no abren sus puertas, hospitales que no atienden a la población y servicios básicos que nunca llegan a las comunidades.

De allí la urgencia de ampliar el alcance de los PEIP, fomentar la adjudicación de OxI y reducir progresivamente la dependencia de modalidades tradicionales, como una condición indispensable para cerrar las brechas sociales más críticas. La elección de la modalidad no es un detalle administrativo: es la diferencia entre obras que se entregan a tiempo y comunidades que esperan indefinidamente.

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