La práctica no te hace perfecto

Me enviaron esta frase para que la comente en mi programa de radio: «Morderte la lengua mientras comes es un ejemplo perfecto de cómo puedes equivocarte incluso con años de experiencia». Me pareció simpática y, por supuesto, muy cierta, y quería saber quién era el autor. No lo encontré, pero encontré otras frases similares, aunque no me parecieron muy bonitas; sin embargo, reforzaban el evidente significado.
Si hacemos algo todos los días desde hace tanto tiempo, nosotros mismos esperamos tener mucha experiencia en esa tarea, pero debemos recordar que es solo eso: mucha experiencia, y eso no significa que esa labor será perfecta y no nos equivocaremos. Por ejemplo, por una parte de mi trabajo, es necesario que yo me percate de errores ortográficos y los corrija, y que, además, redacte sin faltas de ortografía; aun así, podría comprar el periódico para ver mi artículo publicado y encontrar —¡ojalá que no!— en las líneas que yo misma he escrito una z en lugar de una s o algo peor.
En esas circunstancias —una vez que haya recobrado el conocimiento (es broma, es broma)—, tendré que recordar eso de morderse la lengua al comer y, para reconfortarme, añadiré un «errar es humano» y alguna otra frase que finalmente me persuada. Entonces, a lo que evidentemente quiero llegar es que nos vamos a equivocar y no debemos buscar palabras adustas para nosotros mismos.
Hasta ahí, algo me dice que estamos de acuerdo y que, aunque lo sabías, mi artículo te lo está recordando: no busquemos la perfección en nosotros mismos porque no la vamos a encontrar, pero sí dediquemos siempre lo mejor de nosotros a los quehaceres que están a nuestro cargo.
Ahora, tengamos presente ese mismo principio cuando el del error sea otro y no nosotros. Como esa otra persona es también humana, comprendamos que se equivoca y que nuestra crítica no ayuda. Busquemos la solución primero, ya luego podemos analizar qué salió mal. Pero, todo esto, con la idea de mejorar y no de buscar al culpable para decirle que cómo es posible. Claro, eso si sabemos que fue genuinamente un error, porque si lo que encontramos es desidia… Bueno, ya eso es un tema para otro artículo en esta misma columna.
Entonces, «la práctica hace al maestro» suena muy bien siempre y cuando tengamos presente que ese maestro también podría equivocarse.
