Por: Carlos Meneses

Lo que agrava la situación es que las autoridades de las zonas con más violencia están pensando en postular a las elecciones generales.

Hasta ahora y al inicio del octavo mes del presente año hay 4869 muertos por actos de violencia, cada día mueren más en las calles de Lima y de todo el país. La pregunta que uno se hace es qué ocurrirá en el 2026.

A pesar de los afanes de empresarios que quieren dotar a la Policía de chalecos antibalas hay que recordar que también se compraron armas, pero no balas y ese desajuste es una de las causas de que se produzcan más muertes que el año anterior. Es que las extorsiones y el sicariato no han sido controlados en lo más mínimo, por el contrario, son consecuencia de fallas que se pudieron advertir desde el primer momento.

Ojalá que el próximo gobierno encare esta situación con firmeza y con dureza mayor que en el presente año. En todo caso, mejor armados y con suficientes municiones la fuerza pública, combinada de la Policía y de la Fuerza Armada, podrá reducir una cifra que es pavorosa porque con toda seguridad llegaremos a 5 mil muertos en este año.

Si a eso se suma las consecuencias del narcotráfico que afectan a todo el continente americano se notará cuán grave es la situación que se confronta.

Hay también que resolver los problemas represivos, cambios en la política gubernamental de la Policía e incluso de la Fuerza Armada para enfrentar en mejores condiciones que las actuales. Eso lo deseamos todos los peruanos, ese cambio debe incluir al jefe de la Policía Nacional y a su comando institucional. Si solo se ve el caso de Pataz y el de La Libertad se comprenderá que la tarea es muy seria y grave, más aún si las personas que gobiernan las zonas peligrosas están pensando en postular a elecciones que los mantendrían en el poder un tiempo más.