“IA en Perú: Regular lo que no se tiene, dilema entre la ética y la conectividad»

La inteligencia artificial (IA) es la fuerza motriz de una nueva revolución y, como toda gran revolución, nos plantea una pregunta fundamental: ¿cómo evitamos que sea una fuerza ciega y descontrolada? La respuesta no está en un solo lugar. Es un esfuerzo compartido, un contrato social en desarrollo que se firma entre la capacidad de innovación de las empresas y el deber de protección de los gobiernos. Negar la responsabilidad de uno de los dos es un error que podría costar muy caro.
El Perú se encuentra en un momento crítico. Mientras el mundo debate sobre la ética y los riesgos de la inteligencia artificial (IA), nosotros aún luchamos por cerrar la brecha digital. La pregunta no es si necesitamos regular la IA, sino si podemos hacerlo de manera efectiva cuando una parte significativa de nuestra población carece de la infraestructura básica para siquiera acceder a ella. Es un dilema que nos obliga a mirar la regulación no como un fin en sí mismo, sino como parte de una estrategia más amplia de desarrollo. La brecha de infraestructura y conectividad en Perú es una de las principales barreras también para el desarrollo digital equitativo. Si bien ha habido avances significativos, la disparidad entre las zonas urbanas y rurales sigue siendo un desafío mayúsculo. La situación por regiones muestra una realidad compleja y fragmentada.
Disparidad entre lo urbano y lo rural
El problema principal no es la falta de avance, sino la profunda brecha entre lo urbano y lo rural. Según datos oficiales, mientras que la mayoría de los hogares en áreas urbanas tienen acceso a internet, la cifra en las zonas rurales es significativamente menor. Esta disparidad es aún más marcada cuando se trata de la calidad y velocidad de la conexión. A finales de 2023, la penetración de internet en los hogares peruanos urbanos era del 73.4 %, mientras que en las áreas rurales era de solo el 27.6 %. Esto representa una brecha de más del doble, lo que demuestra la profunda desigualdad en el acceso. El acceso a internet a través de un teléfono celular es el más común en Perú, alcanzando el 89 % de los usuarios. El acceso desde una computadora portátil o de escritorio es mucho menor, con solo el 35.7 % de los usuarios, lo que indica una dependencia del internet móvil, que a menudo es menos estable y de menor velocidad que una conexión fija. La penetración del internet en hogares urbanos es notablemente alta, lo que contrasta fuertemente con las áreas rurales, donde el acceso es muy limitado, lo que refleja una gran brecha de conectividad. El acceso a internet en las zonas rurales se da principalmente a través de la telefonía móvil, con una cobertura de red que aún es deficiente en muchos centros poblados. Por otro lado, la adopción de internet fijo, como la fibra óptica, se concentra en las principales ciudades.
Situación por regiones
El panorama de la conectividad en Perú no es uniforme. Hay regiones con un desarrollo de infraestructura más avanzado y otras que enfrentan desafíos enormes, principalmente debido a su geografía y la dispersión de sus poblaciones. Departamentos como Loreto, Amazonas, Huánuco y Cajamarca a menudo se mencionan como las regiones con los indicadores de conectividad más bajos. En estas áreas, la geografía compleja de la selva y la sierra dificulta el despliegue de redes, lo que resulta en una población rural con muy poco acceso a internet móvil. Hay regiones que están progresando gracias a la implementación de la Red Dorsal Nacional de Fibra Óptica y otros proyectos de banda ancha. Sin embargo, aunque la red de transporte (la «autopista digital» principal) esté instalada, la red de acceso (la que llega a los hogares) a menudo sigue incompleta. Esto crea una situación en la que la infraestructura existe, pero no llega al usuario final, manteniendo la brecha de uso. Zonas con mayor acceso: Las grandes áreas metropolitanas, como Lima y otras capitales de departamento, tienen la mayor penetración de internet, con acceso a servicios de alta velocidad como la fibra óptica. La competencia entre operadores ha impulsado una mayor conectividad, aunque la calidad y el precio siguen siendo desafíos para algunos usuarios.
La adopción de la IA en las empresas peruanas aún es incipiente. Los datos de encuestas empresariales indican que solo un pequeño porcentaje de las empresas han implementado soluciones de IA de manera formal, concentrándose principalmente en la ciudad de Lima. Esto sugiere que la mayoría del sector privado no está preparado para el impacto de la IA. Todavía estamos en el período de prueba.
La falta de una infraestructura digital robusta en las regiones rurales y la desigualdad de acceso son un freno para el desarrollo del país y para la aplicación de tecnologías como la inteligencia artificial. La regulación de la IA en Perú debe tener esto en cuenta y no solo enfocarse en la tecnología, sino también en las políticas que aseguren que todos los peruanos, sin importar dónde vivan, tengan la oportunidad de participar en la economía digital. Pero, sobre todo, es un trabajo de liderazgo colaborativo donde la educación, la gobernanza, regulación ética y compromiso social deben los criterios que a batallen esta cruzada contra los robots. La tecnología por sí sola es neutra. ¡Más HUMANIDAD por favor!
