Pacientes del hospital de Majes sobreviven con arroz y huevo frito
Por Jorge Turpo R.
El presidente del Consejo Regional, Osías Ortiz, realizó la denuncia y pedirá la interpelación del gerente regional de Salud, Walther Oporto.
NO RENUEVAN CONTRATO CON CONCESIONARIO
El hospital de Majes, en El Pedregal, se ha convertido en el retrato más indignante de la improvisación en la gestión pública de la salud en Arequipa. Pacientes hospitalizados, que requieren dietas balanceadas para su recuperación, están siendo alimentados con arroz blanco y huevo frito.
La escena se completa con frijoles acompañados de unos diminutos trozos de pollo, un menú que en nada corresponde a lo que debería recibir una persona internada en un hospital.
La denuncia fue confirmada por el presidente del Consejo Regional de Arequipa, Osías Ortiz, quien visitó el establecimiento y verificó la precariedad de la alimentación que se viene brindando desde hace más de una semana.
“No es posible que pacientes hospitalizados reciban arroz con huevo frito como si estuvieran en una fonda de carretera. Esto es indignante y pone en riesgo su salud”, advirtió el consejero.
La raíz del problema está en la falta de contrato con la empresa encargada de la concesión de alimentación. Según Ortiz, el servicio se viene prestando de manera irregular, bajo una suerte de “promesa de pago futuro”, que no tiene ningún sustento legal en la administración pública.
El caos comenzó cuando la directora del hospital de Majes, que apenas llevaba dos semanas en el cargo, fue removida y trasladada a la Gerencia Regional de Salud. Ese vacío administrativo dejó en el aire la renovación o ampliación del contrato de alimentación.
Desde entonces, el proveedor actúa sin contrato formal, improvisando menús baratos y poco nutritivos, mientras los pacientes cargan con las consecuencias.
“El personal de nutrición nos dijo que el proveedor no tenía contrato, pero que había recibido la promesa de que lo firmarían. Esa es la explicación absurda con la que intentan justificar que hoy pacientes postrados reciban comida que no corresponde a una dieta hospitalaria”, relató Ortiz.
RESPONSABLE
Para el presidente del Consejo Regional, la responsabilidad de esta crisis recae directamente en el gerente regional de Salud, Walther Oporto, a quien calificó de ineficiente y responsable de una gestión marcada por los cambios improvisados de directores y funcionarios.
“El señor Oporto sabía perfectamente que antes de mover a la directora del hospital debía garantizar la firma del contrato de alimentación. Pero prefirió continuar con sus decisiones a dedo, generando un vacío que hoy afecta a pacientes. Esto no es un error administrativo, es inoperancia pura”, cuestionó Ortiz.
No es la primera vez que la gestión de Oporto es blanco de críticas. Tras una primera etapa con resultados negativos, el gobernador regional, Rohel Sánchez, decidió volver a nombrarlo en el cargo, pese a las advertencias de consejeros y trabajadores del sector. Ahora, con la crisis del hospital de Majes, el Consejo Regional prepara un pedido formal de interpelación.
Ortiz confirmó que buscará reunir las cinco firmas necesarias para presentar la moción que podría derivar en la salida de Oporto.
“No podemos seguir tolerando tanta improvisación en un sector tan sensible como la salud. Los cambios de directores, la falta de continuidad y la irresponsabilidad en la gestión están golpeando directamente a los pacientes”, señaló.

SALUD EN CRISIS
El caso del hospital de Majes es solo un reflejo de los problemas estructurales que atraviesa la salud en Arequipa, hospitales sin equipamiento, falta de personal médico asistencial y licitaciones que se traban por meses.
En este caso, la precariedad se expresa de la forma más brutal, en la comida que llega a la bandeja de los pacientes.
Lo que debería ser un servicio garantizado y transparente se ha convertido en una cadena de negligencias. La empresa proveedora opera sin contrato, la administración del hospital permanece atada a promesas verbales y el gerente de Salud se mantiene en el cargo pese a acumular cuestionamientos.
Ortiz lo resume con indignación: “Estamos hablando de vidas humanas, de pacientes que requieren atención y cuidado. Darles arroz con huevo frito es una burla. Es un símbolo de la desidia que se vive en la gestión de la salud regional”.
Mientras tanto, los pacientes siguen recibiendo raciones improvisadas. Cada plato que llega a sus camas no solo refleja la falta de una dieta adecuada, sino también la incapacidad de una gestión regional que, en lugar de garantizar un derecho básico, condena a los enfermos a la precariedad.
