Límites al transfuguismo: oportunidad para recuperar la confianza

Por: Carlos Meneses

La bicameralidad será una oportunidad histórica para demostrar que el Congreso puede autorregularse y actuar en función del interés público, y no de cuotas de poder efímeras.

La reciente aprobación, en la Comisión de Constitución y Reglamento del Congreso, de un dictamen que limita a una sola vez el cambio de bancada de los parlamentarios para el próximo Congreso bicameral, abre un debate urgente sobre la ética y la estabilidad en la representación política. El fenómeno del “transfuguismo” ha sido una constante en los últimos años: legisladores que abandonan las filas con las que fueron elegidos para sumarse a otras bancadas, muchas veces en busca de ventajas momentáneas —un cargo en la Mesa Directiva, la presidencia de una comisión, o cuotas de poder internas—. Este comportamiento erosiona la confianza ciudadana y desvirtúa la voluntad popular expresada en las urnas.

La propuesta aprobada, establece que un congresista podrá renunciar a su bancada original y pasar al grupo mixto o, de manera excepcional, cambiarse solo una vez a otra bancada durante el periodo legislativo. También impide que los incorporados a un grupo parlamentario puedan postular a la Mesa Directiva ni integrar comisiones hasta pasado un periodo anual. Son restricciones que buscan desalentar el oportunismo y fortalecer la institucionalidad del Parlamento.

No obstante, el límite al transfuguismo no será por sí solo la solución a la crisis de credibilidad del Congreso. La norma deberá aplicarse con reglas claras y sin sesgos, garantizando el debido proceso para evitar que se convierta en un instrumento de represalia política. Además, es fundamental que los partidos fortalezcan sus estructuras internas y procesos democráticos para que sus representantes se sientan identificados con las propuestas y compromisos asumidos ante los electores.

En un país con partidos frágiles y congresistas muchas veces elegidos por voto preferencial más que por adhesión programática, cualquier intento por regular la movilidad parlamentaria puede chocar con la realidad. Sin embargo, la bicameralidad ofrece la oportunidad de sentar nuevas bases de convivencia legislativa.

Si la norma se aplica con transparencia y firmeza, el Congreso podría dar un paso importante hacia la recuperación de la confianza ciudadana y la estabilidad política, elementos indispensables para enfrentar los retos del país en los próximos años.

Precisamente, el retorno al Congreso bicameral no solo implica duplicar cámaras, sino también rediseñar reglas que garanticen estabilidad, disciplina y transparencia. Si esta medida contra el transfuguismo se acompaña de reformas que fortalezcan los partidos y el control ciudadano, la nueva estructura parlamentaria podría inaugurar una etapa de mayor seriedad institucional.

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