Oh, quién como ellos

SIN AMBAGES

Por Úrsula Angulo

Entre varias noticias, leí acerca de una mujer que una noche aparecía sentada en medio de la pista de una calle bastante transitada. Una foto acompañaba la nota y en ella se podía ver a la mujer no solo sentada entre dos filas de autos, sino también llorando con desesperación. Parecía ser una persona con casa y familia, con trabajo y cosas por hacer al día siguiente.

Como esto lo leía en una red social, revisé los comentarios, que nunca faltan, con la intención de saber si, finalmente, alguien la ayudó. No encontré más información, pero sí me percaté de comentarios de quienes parecían lamentar el no haber estado ahí porque daban sugerencias de cómo —según ellos— ayudar en una situación así: proponían agua fría o algún método que, decían, funcionaba en otros tiempos. De una u otra manera, muchos parecían saber qué hacer sin tener idea de lo que precisamente le había pasado a esta mujer.  

Por otro lado, alguien decía que quizá había sido un ataque de ansiedad, solo lo mencionaba, sin hacer críticas ni intentar destacar entre tantos comentarios con aparentes soluciones efectivas. Se me ocurrió que esa podría ser la causa: un ataque de ansiedad. En todo caso, la imagen, aun estática, mostraba que un malestar muy fuerte agobiaba a la pobre mujer sentada en la pista entre dos filas de autos, y me parecía penoso y tan lamentable que tantas personas hicieran comentarios como si fueran muy experimentados clarividentes que con solo una fotografía podían dar una solución, aunque sin conocer ni un trocito de lo que le ocurría a esta persona con tal desconsuelo.

Finalmente, me preguntaba por qué existen seres humanos a quienes les cuesta tanto la empatía. El silencio, por lo menos, debiera ser una manera de agradecimiento por no ser ellos quienes padecen lo que sea que atravesaba la vida de aquella mujer. Listo, eso. Sin embargo, les gusta más la idea de dar un comentario detrás de un teléfono celular, sin empatía, sin solidaridad. Entonces, me preguntaba también por qué algunos seres humanos buscan atención de esa manera: un comentario sin sentido, pero comentario, al fin y al cabo, que a ellos les ayuda en esa búsqueda de importancia.

Por lo que se ve —en estos tiempos en los que los comentarios parecieran hacerse no a través de un celular sino detrás de ellos— el sentir empatía, el intentar comprender, el pensar en los demás e incluso el actuar con un poquito de sentido común significan tareas muy complejas y agotadoras que son tantas veces ignoradas. Oh, quién como ellos, con vidas perfectas y la sabiduría de tener la solución para todo en comentarios fáciles y penosamente mal escritos.  

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