“Tarea del nuevo gobierno es garantizar la seguridad y el proceso electoral”

Por Rocío Velazco C. Foto: Jorge Esquivel Z.

Congresista Roberto Chiabra León conversó con El Pueblo. La profunda crisis política que atraviesa el Perú en estos días ha revelado, una vez más, la fragilidad de nuestro sistema institucional y la necesidad urgente de una reflexión colectiva. La inestabilidad que hoy presenciamos no surgió de la noche a la mañana: es el resultado de años de improvisación, desconfianza, confrontación y falta de liderazgo, precisa el congresista Roberto Chiabra León, en conversación con diario El Pueblo.

CONGRESISTA ROBERTO CHIABRA DIALOGÓ CON EL PUEBLO

Nunca es deseable —ni saludable para la democracia— que un país viva en sobresaltos constantes, con vacancias, renuncias o cambios de gobierno apresurados. Estas medidas, cuando se repiten con frecuencia, terminan dañando la credibilidad de las instituciones, paralizando la inversión y afectando directamente la vida de millones de ciudadanos. El deber de todos los peruanos es cumplir con los tiempos democráticos y respetar los plazos electorales, sin caer en la tentación de soluciones precipitadas que solo agravan las heridas nacionales, sostuvo Chiabra León.

LA CRISIS DE SEGURIDAD, RAÍZ DE DESCONTENTO

La violencia y la inseguridad se han convertido en los ejes más visibles de esta crisis. Hoy, el miedo se respira en todos los rincones del país, desde las grandes ciudades hasta los pueblos más pequeños. La delincuencia común, el crimen organizado y las extorsiones diarias son la cara más dolorosa de un Estado ausente.

El Congreso censuró a dos ministros del Interior que, pese a prometer un plan nacional de seguridad, nunca lo presentaron. Esa falta de acción, sumada a declaraciones poco prudentes de las más altas autoridades, solo profundizó la sensación de orfandad en la ciudadanía. Mientras tanto, los peruanos ven cómo la violencia destruye su rutina: transportistas paralizados por miedo, comerciantes obligados a pagar cupos, colegios cerrados y familias enteras migrando en busca de paz.

“Prefiero pagar un cupo para vivir tranquilo” es una frase que, lamentablemente, se ha vuelto común. Pero detrás de ella hay una verdad dolorosa: el ciudadano ha dejado de confiar en la autoridad. Y cuando la autoridad pierde respeto, la democracia se debilita.

INESTABILIDAD Y RESPONSABILIDAD POLÍTICA

A esta crisis de seguridad se suma la descomposición política. El deterioro de la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo, y la ausencia de una autocrítica por parte del gobierno, generaron un clima de hartazgo. Bancadas que antes apoyaban al oficialismo se desmarcaron por cálculo electoral, precipitando un desenlace que muchos veían venir.

Cuando el primer ministro y su gabinete acudieron al Congreso, lo hicieron sin reconocer errores ni ofrecer soluciones concretas. La presidenta, en lugar de anunciar correcciones, optó por el silencio. Esa falta de liderazgo aceleró el proceso de vacancia, aprobada finalmente en medio de un ambiente de presión y desconfianza mutua.

El nuevo presidente, el congresista José Jerí, asume el poder en circunstancias sumamente complejas. A poco más de medio año de las elecciones generales, el tiempo juega en su contra. Su legitimidad dependerá del gabinete que conforme y de la rapidez con la que logre devolver calma al país. Debe aprender de los errores del pasado: la experiencia de Manuel Merino demuestra que una transición mal conducida puede durar apenas días.

LA TAREA DEL NUEVO GOBIERNO

El reto inmediato del nuevo gobierno es doble: garantizar la seguridad y asegurar un proceso electoral limpio, transparente y pacífico. La prioridad debe ser restablecer el orden, pero sin autoritarismo; recuperar la confianza, pero sin populismo.

El contexto regional no es alentador. Los recientes episodios de violencia en Ecuador y Colombia, donde el crimen organizado ha comenzado a atacar directamente a políticos y autoridades, deben servirnos de advertencia. El Perú no está blindado frente a esa amenaza. Si no se adoptan medidas firmes y coordinadas, el proceso electoral de 2026 podría verse empañado por el miedo o, peor aún, por la violencia.

Por eso, el nuevo Ejecutivo debe actuar con prudencia, pero también con determinación. Se requiere un gabinete técnico, comprometido con el país y alejado de intereses partidarios. La seguridad ciudadana no puede seguir siendo un discurso vacío.

PROCESO ELECTORAL

Frente al proceso electoral inminente, la sociedad también tiene deberes. El primero es rechazar cualquier forma de violencia, física o verbal. El segundo, bajar los decibeles del enfrentamiento político. En los últimos años, el debate público se ha degradado hasta niveles preocupantes. Las redes sociales, que deberían servir para informar y debatir ideas, se han convertido en trincheras de insultos, calumnias y odio.

Esa violencia discursiva es igual de destructiva que la violencia en las calles. Alimenta el resentimiento, genera desinformación y produce una sensación de caos que afecta la salud mental colectiva. Si queremos elecciones limpias y seguras, debemos empezar por recuperar el respeto en el diálogo público.

Hemos caído en el error de generalizar la descalificación: “todos los políticos son corruptos”, “todos los congresistas son iguales”. Esa desconfianza absoluta nos deja sin referentes, sin líderes y sin esperanza. Si no valoramos la trayectoria ni el mérito, terminaremos entregando el país a improvisados o aventureros. Y ese sería el peor desenlace posible.

UN LLAMADO A LA CALMA Y CONFIANZA

La elección de un nuevo presidente no resuelve, por sí sola, la crisis. La desconfianza, la incertidumbre y el miedo siguen presentes. Por eso, este es el momento de la serenidad. No se trata de resignación, sino de lucidez: el país no soporta más enfrentamientos ni más muertos.

Los peruanos tenemos derecho a protestar, pero con paz y respeto. La violencia en las calles solo genera más dolor, y casi siempre se lleva la vida de los más inocentes. Quienes provocan las marchas raramente las encabezan; son los jóvenes los que terminan pagando el precio más alto.

No ganamos nada destruyendo. Lo que el país necesita ahora es reconstruir: la confianza, la seguridad y la esperanza. Si el proceso electoral se acerca, debemos participar con responsabilidad. Elegir bien, exigir programas serios y respaldar a quienes demuestren integridad y capacidad.

La verdadera transformación no llegará con discursos incendiarios ni con líderes mesiánicos. Llegará cuando los peruanos decidamos convivir en paz y exigir respeto a las reglas democráticas.

EL FUTURO PASA POR LA SEGURIDAD

Sin seguridad no hay desarrollo, ni inversión, ni futuro. La seguridad es la base de la estabilidad política, económica y social. Sin ella, los peruanos no pueden trabajar, estudiar ni soñar. Y sin sueños, un país se apaga.

Superar este momento de crisis exige liderazgo, pero también madurez ciudadana. Debemos entender que la violencia —provenga del crimen organizado o del enfrentamiento político— solo nos aleja de los objetivos comunes. Es tiempo de recuperar la confianza, de poner al Perú por encima de los intereses personales y partidarios, y de asumir que la estabilidad no se impone: se construye.

comentario en

  1. El deber elemental reflexivo de ciudadanas y ciudadanos del Perú, es recuperar principios de moralidad, deberes sociales democráticos, con líderes delegados y sociedad supervisora conjunta, para erradicar maniobras de candidatos en pugna, ambiciones oscuras, hechos autocráticos y atrasos en el desarrollo de geopolíticas valiosas y soberanía en Alto Riesgo Actual.

    Número excesivo de 43 partidos políticos registrados para EG-2026, confunden a votantes, sean letrados e ignorantes. Los partidos políticos con líderes tradicionales, no cumplen con formar conciencia ciudadana, ni estadistas honestos, basados en deberes de Supervisar, Evaluar, Gestionar, Sanciones a Infractores y Publicar avances en medios de prensa, tv, web, etc.

    Asimismo, graves reformas en Constitución de 1993, aprobación de leyes por “insistencia” y aumento de gastos en beneficio de estadistas delegados burócratas de confianza, subrogación súbita de presidenta interina y designación de otro presidente que debe convocar a elecciones.
    Actual ubicación de presidenta derrocada, es incógnita. Caso contrario al presidente detenido.

    Dada la inestabilidad política y crisis social e intereses nacionales e internacionales, riesgos en nuestra soberanía, seguridad ciudadana, patrimonial, ecosistemas valiosos y seguir con pugnas y controversias, que afectarán nuestro desarrollo integral y peligro de una guerra civil interna.

    El Perú requiere un Gobierno Cívico-Militar transitorio y promover: Plataformas Tecnológicas Corporativas Sociales (PTCS) a nivel nacional, para reajustes graduales que debemos consolidar y convocar a Elecciones Generales Democráticas, y no consentir jamás monarquías extranjeras.

    Tribunas (PTCS), funcionarían con autoridades, entidades públicas, privadas y ciudadana/os organizados. en tiempo récord en regiones y municipios, con presupuestos y recursos de Juntas Vecinales, que tampoco están instruidas ni cumplen en funciones acorde a leyes en la materia.

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