El tiempo apremia, presidente Jerí

Por: Carlos Meneses

El país necesita rumbo, liderazgo y un gabinete que actúe con la urgencia y la responsabilidad que exige este momento histórico. La espera no puede prolongarse más.

Han pasado más de tres días desde que José Jerí asumió la presidencia de la República, tras la vacancia de Dina Boluarte, y el país sigue sin conocer los nombres de quienes integrarán su Gabinete Ministerial. En un contexto de crisis política, institucional y social, cada hora sin un equipo de gobierno definido profundiza la sensación de incertidumbre que atraviesa el Perú.

El mandatario ha señalado que “está construyendo un nuevo gabinete”, pero la ciudadanía y el Congreso necesitan más que una frase. La conformación del Consejo de Ministros no es un trámite burocrático: es la primera gran señal política de un presidente que llega al poder de forma abrupta, con una legitimidad precaria y un tiempo de gestión muy limitado.

José Jerí tiene apenas siete meses para conducir al país hacia un proceso electoral ordenado, transparente y, sobre todo, pacífico. Para lograrlo, requiere un gabinete sólido, técnico y, al mismo tiempo, con sensibilidad política. No bastará con nombres conocidos o figuras recicladas; se necesita un equipo capaz de devolver la confianza a un Estado desgastado por la polarización, la corrupción y la improvisación.

El pedido de informes en 24 horas a los ministros aún en funciones es un gesto correcto en términos de diagnóstico institucional, pero no puede convertirse en excusa para retrasar decisiones urgentes. El país necesita saber quién tomará las riendas de sectores críticos como Economía, Interior, Salud y Educación. Cada día de indefinición afecta la capacidad del Estado para responder a emergencias —como el reciente incendio en Pamplona Alta— y mantener la estabilidad administrativa.

Más allá de los nombres, el presidente debe entender que su gobierno será, esencialmente, de transición. No tiene margen para el cálculo político ni para la complacencia partidaria. Su Gabinete debe reflejar pluralidad, experiencia y, sobre todo, voluntad de concertar. El Perú demanda un premier que sea un verdadero articulador, con liderazgo y capacidad de diálogo con las fuerzas políticas, los gobiernos regionales y la sociedad civil.

El desafío no es menor. Las heridas que deja la gestión de Dina Boluarte —marcadas por la represión, la desconfianza y la parálisis institucional— no se cerrarán con declaraciones. Jerí debe dar señales claras de apertura, transparencia y compromiso con la democracia. No puede repetir los errores de la confrontación ni permitir que los intereses de grupos o facciones definan su rumbo.

La historia reciente ha demostrado que los gobiernos improvisados o sin sustento político terminan en crisis aún mayores. Si el presidente Jerí aspira a dejar una huella positiva en estos meses, su prioridad debe ser la gobernabilidad. Y esta solo será posible si el Gabinete que designe combina legitimidad técnica con representatividad política y regional.

El Perú no puede seguir detenido. La población necesita un gobierno que funcione, que atienda las urgencias sociales y que devuelva la esperanza en las instituciones. El presidente Jerí tiene la oportunidad —y la obligación— de demostrar que aprendió de los errores de sus antecesores. Pero el tiempo corre, y cada minuto sin decisiones firmes agrava la fragilidad del Estado.

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