Una noche con “El Mercader de Venecia”
El teatro como un espacio donde todavía se habla con alma
Por: Daniela Santander Revilla
En tiempos donde el silencio se llena de pantallas y los diálogos se resumen en frases breves, ver “El Mercader de Venecia” en el Teatro Umbral fue un reencuentro con el poder de la palabra. William Shakespeare regresó a Arequipa bajo la dirección de Hugo Riveros, y lo hizo con una fuerza que recuerda que el teatro no necesita artificios para conmover.
La obra, protagonizada por un elenco de talento sólido, se desarrolló con una naturalidad que solo nace del compromiso y la entrega. Las miradas, los gestos y la cadencia del lenguaje se entrelazaron para dar vida a una historia que, a pesar de tener siglos, sigue hablando de nosotros, de la justicia, la venganza y los dilemas humanos que nunca envejecen. La puesta en escena fue sencilla, casi minimalista, pero eso permitió que la atención se concentrara en lo esencial, los actores y sus palabras. En un mundo saturado de estímulos, esta sobriedad escénica resultó un respiro. Todo estaba donde debía estar. No sobraba nada.

Entre los intérpretes, destacó el trabajo de Manuel Rodríguez como Antonio y Aldo Barrientos como Shylock, quienes encarnaron con profundidad los contrastes entre la nobleza y la herida del rencor. Siddya Álvarez, como Porcia, desbordó elegancia y picardía en cada gesto, mientras Juan Carlos Zeballos, en el papel de Lanzarote, arrancó risas genuinas a toda la sala. El reparto se completó con interpretaciones comprometidas y precisas: Jorge Grazid como Basanio, Gustavo Casal como Salarino, Luciano Basurco como Salanio, Anthony Farfán como Salerio, Mireya Vizcarra como Nerissa, Daniel Larrea como Graciano, Rocío Cayllahua como Jessica, Román Lizárraga como Lorenzo, Guido Calderón como el Dux y el Viejo Gobbo, Neyel Villa como Fuball, Andrés Zevallos como el príncipe de Marruecos, Martin Agramonte como el príncipe de Aragón, y Milagros Guaracha junto a Julio Vilcahuamán como los criados.

Cada uno aportó una energía distinta, logrando que el conjunto brillara por su equilibrio y entrega. Fue una de esas funciones donde el talento colectivo pesa tanto como el individual, y donde el texto de Shakespeare se siente vivo, respirando a través de cada palabra.

Pero más allá de la dirección o las actuaciones memorables, hubo algo que dejó huella, y eso es el lenguaje empleado en ella; hemos olvidado que hilar nuestras palabras con propiedad es un arte. Escuchar aquellas frases precisas, elegantes y llenas de sentido hizo recordar que alguna vez las palabras fueron nuestro mayor arte. Hoy, cuando todo se dice rápido y sin pensar, Shakespeare nos obliga a detenernos y a sentir el peso y la belleza de cada sílaba.
“El Mercader de Venecia” en Arequipa no fue solo una obra,fue una carta abierta a mirar el teatro como un espacio donde todavía se habla con alma. Donde la palabra sigue teniendo valor. Y donde, al salir, uno se da cuenta de que quizá también necesitamos aprender a decir las cosas de nuevo… pero con la profundidad que se debe.
Se hace la invitación al público en general, una oportunidad para disfrutar de una obra de teatro con el valor de la autenticidad del autor, la mano llena de perspicacia del director y las sublimes interpretaciones de los actores. “El Mercader de Venecia” continúa en temporada el 17, 18 y 19 de octubre a las 7:30 p.m. en el Teatro Umbral, ubicado en Calle San Francisco 204, interior 110, a una cuadra de la Plaza de Armas. Para más información, revisar las redes sociales del teatro

