Gabinete para el diálogo y la estabilidad

Por: Carlos Meneses

El país no espera milagros, pero sí coherencia, decencia y resultados. El reto está planteado: convertir la transición en una oportunidad para recuperar la confianza en el Estado y en la política.

El nuevo gabinete ministerial, presidido por Ernesto Álvarez Miranda, marca el inicio de una etapa decisiva para el Gobierno de José Jerí, quien asumió la Presidencia de la República en un contexto de transición y fragilidad política. Tras más de 100 horas de expectativa, la juramentación del equipo ministerial representa no solo el cumplimiento de una formalidad constitucional, sino también una señal de orden y dirección frente a la incertidumbre que acompañó los primeros días de este mandato interino.

Álvarez Miranda, jurista y expresidente del Tribunal Constitucional, encarna una figura de independencia y solvencia técnica. Su designación al frente de la Presidencia del Consejo de Ministros envía un mensaje claro: este será un gobierno que busca reducir la confrontación política y reconstruir los puentes entre el Ejecutivo y el Congreso. En un país donde la desconfianza institucional es crónica y los desencuentros entre poderes han minado la gobernabilidad, el perfil de Álvarez apunta a la moderación, al consenso y a la legalidad como pilares de acción.

El nuevo Consejo de Ministros combina experiencia técnica con una presencia más discreta de actores políticos, una fórmula que podría favorecer la estabilidad si se traduce en resultados concretos. No obstante, el reto será mayúsculo. El gabinete deberá afrontar un Congreso dividido y volátil, con bancadas que miden cada gesto con cálculo electoral, a pocos meses de iniciarse el camino hacia las Elecciones Generales de 2026. En ese escenario, obtener el voto de confianza será una prueba de fuego para Jerí y su primer ministro.

El país demanda claridad en las prioridades: seguridad ciudadana, empleo, reactivación económica y lucha contra la corrupción. No bastarán discursos de buena voluntad si las decisiones no se traducen en acciones palpables para los ciudadanos. El gabinete Álvarez tiene la oportunidad de revertir la percepción de parálisis que dejó la administración anterior y de demostrar que, incluso en un gobierno de transición, se puede ejercer con responsabilidad, eficiencia y sentido de Estado.

Otro desafío será reconstruir la confianza pública en la política. La designación de técnicos competentes es un paso importante, pero el verdadero cambio se medirá en la capacidad del Ejecutivo para comunicar sus objetivos con transparencia y rendir cuentas. La ciudadanía necesita creer que este gobierno transitorio no solo pretende administrar el tiempo hasta 2026, sino gobernar con propósito y recuperar la estabilidad institucional que el Perú tanto necesita.

En tiempos donde el descrédito y la polarización parecen dominar el escenario nacional, la prudencia y el respeto a la ley deben ser los signos distintivos de este nuevo gabinete. Si Álvarez logra mantener un equilibrio entre firmeza y apertura, y si el presidente Jerí respalda esa línea de acción, podría abrirse una breve pero valiosa etapa de serenidad política.

Dejanos un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked with *.