“La deuda pública se puede salir de las manos y afectará a todos”
Por Jorge Turpo R. Foto: Jorge Esquivel Z.
El gerente del Instituto Peruano de Economía (IPE), Carlos Gallardo, advierte el riesgo de que el Estado siga incrementando el gasto y no los ingresos. “Estamos incorporando más gastos que nos va a costar en adelante”, indica.
CONGRESO APROBÓ 229 NORMAS CON IMPACTO PRESUPUESTAL
La economía peruana ha demostrado una resiliencia que sorprende incluso en los peores momentos políticos. Sin embargo, esa fortaleza parece estar llegando a su límite. La reciente alerta del Consejo Fiscal respecto a leyes aprobadas sin sustento financiero ha encendido las alarmas en el sector económico.
Desde 2021, el Congreso ha aprobado 229 normas con impacto presupuestal y 101 por insistencia, incluso cuando las entidades técnicas advirtieron el riesgo. Y hay 352 proyectos más en camino.
Para el gerente del Instituto Peruano de Economía (IPE), Carlos Gallardo, lo que se viene acumulando es una bomba de tiempo: más gasto permanente, menos margen para invertir y un creciente peligro de perder la estabilidad fiscal que permitió el desarrollo del país en las últimas décadas.
“Creo que estamos creciendo por debajo de lo que deberíamos”, advierte.
El IPE estima que el Producto Bruto Interno cerrará el año en torno a 3,2 %, una cifra positiva si se compara con otros países de la región, pero insuficiente si se observan las condiciones externas favorables: altos precios de nuestros minerales y menores costos energéticos.
“Hay un entorno en el cual uno debiera tener mucha más inversión, mucho más crecimiento, mucho más empleo”, subraya.
Pero el problema no está solo en lo que falta crecer, sino en cómo se está gastando lo que ingresa.
“Estamos incorporando más gastos que nos va a costar en adelante y no son gastos de capital, sino gastos corrientes”, señala Gallardo.
Habla de bonos, aumentos remunerativos, nombramientos y exoneraciones (obligaciones permanentes que luego resultan políticamente imposibles de revertir).
El Consejo Fiscal proyecta que, si no se corrige el rumbo, la deuda pública —hoy en 32 % del PBI— podría escalar hasta 38 % en 2030.
Peor aún, si el Congreso aprueba parte de las iniciativas ya en trámite, ese indicador se dispararía hacia 50 % en pocos años.
“Eso que hoy parece poquito, se puede cambiar muy rápido. Se sale muy rápido de las manos”, advierte.
¿CÓMO NOS AFECTA?
Y lo que para algunos parece un problema técnico, para los ciudadanos puede convertirse pronto en una dificultad diaria.
“De algún lado tiene que salir la plata. Si el Estado se endeuda más, eso encarece las tasas a las cuales nos prestamos todos. Créditos hipotecarios, vehiculares o personales se volverían más caros. El otro camino es subir impuestos. Alguien tiene que pagar la cuenta”, explica Gallardo.
A ello se suma un entorno político que espanta inversiones. La inestabilidad de los últimos años, con un desfile de presidentes y conflictos sociales recurrentes, ha dejado huellas profundas.
“No viene la inversión porque hay mucha turbulencia política; en cualquier momento te cierran las carreteras, te cierran las minas”, lamenta.
Esto también explica por qué la informalidad —que bordea el 70 % de la economía— parece imposible de reducir.
“Para reducir informalidad primero necesitas crecer a tasas grandes: 5, 6, 7 %”, recuerda Gallardo.
Pero además se requieren reformas estructurales: un sistema laboral y tributario más competitivo que incentive la formalización.

¿QUÉ VIENE EL 2026?
La mirada hacia adelante tampoco está libre de nubarrones. El 2026 será año electoral y los mercados ya anticipan riesgo.
“Hoy vemos una perspectiva a la baja: de crecer menos, de que la inversión caiga el próximo año en la medida que es un año electoral”, explica.
La clave está en qué tan extremo será el nuevo escenario político y qué tipo de Congreso resulte electo. Más fragmentación significará más incertidumbre.
¿Por qué, entonces, la economía peruana no colapsa? Gallardo tiene la respuesta: “Nos da la ilusión de cuerdas separadas porque estamos creciendo, pero es porque venimos de unos fundamentos macroeconómicos muy sólidos”.
Entre ellos menciona las reservas internacionales, el control de la inflación y la estabilidad del tipo de cambio. Pero el peligro es que esa base también se está desgastando. “Ya perdimos parte de la disciplina fiscal”, apunta.
Para el gerente del IPE, el rol del Gobierno actual debería ir más allá de administrar los meses finales del mandato.
“Siento que debería hacer algo más”, reclama. No se trata de cargar al próximo gobierno con todos los ajustes. “Hay un esfuerzo que tiene que hacer esta gestión para ordenar la casa”.
El desafío será hacer más eficiente el gasto del Estado y recuperar la discusión sobre reformas laborales y tributarias que impulsen la productividad.
“La inversión privada es la que te genera más puestos de trabajo y mejora los ingresos”, recuerda Gallardo.
Sin ella, el país puede acostumbrarse peligrosamente a crecer poco, como si la mediocridad fuera estabilidad.
Porque, aunque hoy las cifras no suenen alarmantes, el mensaje es claro: si seguimos así, la estabilidad fiscal —ese motor silencioso del bienestar— puede romperse. Y cuando eso ocurra, ya no habrá cuerdas separadas: la economía y la política caerán juntas.
“Como en un hogar, tú no puedes gastar más de lo que te ingresa para siempre”, resume el economista. “El riesgo es que cuando reaccionemos ya sea tarde y nos cueste mucho más recuperarnos”, concluye Gallardo, quien participa en el 6to Foro de Desarrollo Económico Regional Arequipa 2025.
