Las personas tienen 4 horas y media para que el ACV no afecte su vida para siempre
Por Jorge Turpo R.
El Accidente Cerebrovascular se ha convertido en la segunda causa de muerte en el Perú. La falta de reacción inmediata puede costar la vida o dejar graves secuelas neurológicas.
DEBEMOS RECONOCER LOS SÍNTOMAS
El Accidente Cerebrovascular (ACV) no es una enfermedad lejana ni rara, es una amenaza real y silenciosa que puede cambiar la vida de una persona en cuestión de minutos. Además, es una emergencia médica que en el Perú es la segunda causa de muerte y una de las principales razones de discapacidad permanente.
Sin embargo, a diferencia de un infarto al corazón, la población aún no reconoce a tiempo sus señales.
La doctora Liliana Rodríguez Kadota, miembro de la Sociedad Peruana de Neurología, advierte que esa falta de reacción inmediata puede costar la vida o dejar graves secuelas neurológicas.
“Muchas personas saben que si hay un dolor fuerte en el pecho deben correr a Emergencia. Pero si alguien de pronto no puede hablar bien o tiene la cara asimétrica, no piensan que puede ser un ACV”, explica la especialista.
Allí está el problema, porque cuando los síntomas son “raros” o aparentemente pasajeros, la gente suele esperar a que pasen, sin saber que cada minuto de demora significa daño cerebral irreversible.
“Está estimado que por cada minuto mueren dos millones de neuronas”, señala.
Un ACV ocurre cuando el flujo de sangre al cerebro se interrumpe. Puede deberse a un coágulo que tapa una arteria —lo que se conoce como un ACV isquémico y representa el 80 % de los casos— o por la ruptura de un vaso sanguíneo que causa una hemorragia.
En ambos casos, agrega Rodríguez, la clave es reconocer las señales rápidas y acudir de inmediato a un centro de salud que tenga capacidad resolutiva.
“No basta con ir al centro de salud más cercano si allí no tienen tomógrafo. Ese tiempo se pierde y el daño avanza”, afirma.
La doctora insiste en la necesidad de que la población conozca los signos de alarma.
Todos ellos aparecen de manera súbita: asimetría facial, debilidad o adormecimiento en un brazo o una pierna, dificultad para hablar o expresarse, inestabilidad al caminar o pérdida de visión.
“Si la persona intenta sonreír y se le cae un lado de la cara, o si al levantar los brazos uno se cae de golpe, hay que ir corriendo a Emergencia”, subraya.
Incluso síntomas más sutiles, como adormecimiento de la mitad del cuerpo, deben ser motivo de alerta. Nunca se debe esperar al día siguiente.
El tiempo es un factor decisivo. Existen tratamientos que pueden salvar la vida y evitar secuelas severas, pero tienen un límite.

“Hay un tiempo que es 4,5 horas. En esa ventana podemos administrar un medicamento trombolítico que reperfunde el cerebro, es decir, abre el vaso tapado y devuelve el flujo de sangre”, explica Rodríguez.
Para ello, es indispensable descartar primero una hemorragia con tomografía cerebral. Si el coágulo es muy grande o la trombólisis no resulta suficiente, se requiere un procedimiento más complejo, la trombectomía mecánica, una especie de cateterismo para retirar el coágulo. “Lamentablemente, este procedimiento no se oferta en todo el país”, lamenta.
En los casos hemorrágicos, el tratamiento es totalmente distinto. “Ahí la prioridad es controlar la presión arterial, que suele elevarse muchísimo. No se pueden usar trombolíticos porque empeorarían la hemorragia”, precisa la neuróloga.
El ACV no solo ocurre en adultos mayores. Aunque es más frecuente en personas de tercera edad, en países como el Perú —de ingresos medios y con problemas en la calidad de vida— la enfermedad se está presentando cada vez más temprano.
“Ahora vemos pacientes de 50 y hasta 40 años. La mala alimentación, la obesidad, la diabetes y el sedentarismo se están acumulando desde edades muy tempranas”, alerta Rodríguez.
También menciona factores de riesgo como la hipertensión arterial —el más importante de todos—, el tabaquismo y las arritmias cardíacas como la fibrilación auricular, que puede generar coágulos que viajan directamente al cerebro.

SECUELAS
El costo de no tratar a tiempo un ACV es devastador. “El 40% de los casos no tratados necesitarán un cuidador permanente”, recuerda la especialista.
En contraste, una atención oportuna puede cambiar la historia de vida de un paciente. Si el daño cerebral es pequeño y se actúa rápido, con rehabilitación es posible recuperar hasta el 100 % de la funcionalidad. Pero si la persona llega tarde, la posibilidad se desvanece.
A pesar de ello, solo entre 23 % y 30 % de los pacientes en el país acuden a un servicio de emergencia dentro de las primeras tres horas después del evento. La mayoría llega cuando ya pasó la ventana terapéutica.
Por eso, la doctora Rodríguez hace un llamado urgente a la conciencia ciudadana: “Todos podemos actuar con velocidad.
Si reconocemos los síntomas y buscamos atención de inmediato, podemos salvar una vida y evitar discapacidad”.
En este Día Mundial del ACV, el mensaje no puede ser más claro. Prevenir es posible, controlar la presión arterial y la glucosa, alimentarse de manera saludable, hacer ejercicio, evitar el tabaco y el exceso de alcohol. Pero, sobre todo, reconocer las señales y no perder tiempo. Porque frente al ACV, cada minuto cuenta. Y cada neurona también.
