Miraflores: aumenta la inseguridad, desorden urbano y obras inconclusas

Por Zintia Fernández L.

En medio de la expansión urbana, el distrito arequipeño de Miraflores aún espera el desarrollo de sus zonas más vulnerables. Con una población cercana a los 80 mil habitantes, según el último censo del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), sus calles y asentamientos reflejan un crecimiento acelerado, marcado por la falta de planificación, fiscalización y seguridad. A diario, los vecinos conviven con tres principales problemas: la inseguridad, la informalidad y la amenaza de desastres naturales.

De acuerdo con la encuesta “Miraflores Cómo Vamos 2025”, elaborada con respaldo del Comité Distrital, los tres problemas que más preocupan a los habitantes son la delincuencia, el consumo de alcohol y la acumulación de basura. La propia municipalidad informó que el distrito ocupa el noveno lugar en ocurrencias delictivas en la provincia de Arequipa, y que el 32,4 % de los encuestados identifican la inseguridad como su principal preocupación.

A esta percepción se suma la baja confianza institucional: solo el 33 % confía en la Policía Nacional y el 40 % en el Serenazgo, según un estudio de 2017. Estas cifras, junto con las deficiencias en vigilancia tecnológica y patrullaje, forman un círculo vicioso que refuerza la vulnerabilidad ciudadana frente a delitos y conductas antisociales. En zonas altas del distrito, los robos de autopartes, asaltos al paso y la venta de alcohol informal son pan de cada día.

CRECIMIENTO DESORDENADO

El crecimiento urbano, muchas veces sin control ni regulación efectiva, ha generado focos de riesgo que agravan la vulnerabilidad de los vecinos. Las quebradas del distrito son un ejemplo: viviendas levantadas al borde del cauce, acumulación de escombros y piedras, y construcciones sin estudios de suelo crean un escenario propenso a desastres durante las lluvias intensas.

A ello se suman los problemas de construcción informal y ocupación ilegal de terrenos. En la parte alta de Miraflores se han detectado invasiones y ocupaciones sin trámite formal, incluso sobre áreas con concesiones mineras. La falta de control del uso del suelo y la débil fiscalización municipal alimentan el desorden urbano, mientras los vecinos reclaman mayor presencia de las autoridades.

Lento avance en la obra del colegio El Gran Amauta.

INFRAESTRUCTURA EN ESPERA

La espera también alcanza a la infraestructura pública. Un caso emblemático es el del colegio Javier de Luna Pizarro, construido sobre un antiguo cementerio, lo que ha generado una base inestable y grietas en muros y techos. Más de 350 estudiantes se encuentran en riesgo mientras la municipalidad informa que el expediente técnico del proyecto de reconstrucción se encuentra al 80 % de avance.

Otra institución educativa pendiente de intervención es el Gran Amauta, que aún no cuenta con un plan de refacción integral pese a los constantes pedidos de los padres de familia. La brecha en la atención a los servicios básicos del distrito es clara. A ello se suma que hay muchas obras de envergadura que aún no pasan del papel.

Obra ejecutada en Héroes del Pacífico.

Héroes del Pacífico: la deuda social

En el asentamiento humano Héroes del Pacífico, ubicado en las laderas del distrito, más de 300 familias han vivido por décadas entre tierra, polvo y precariedad. “Caminamos sobre polvo y sacudimos los zapatos antes de entrar a casa”, relatan los vecinos que esperaron más de 26 años por la pavimentación de sus calles.

Recién en 2024, la municipalidad adjudicó la obra de mejoramiento de vías locales en el sector, con un monto de S/ 7,6 millones y plazo de ejecución hasta marzo de 2026. El proyecto incluye asfaltado, veredas, muros de contención y drenaje pluvial. Mientras tanto, las autoridades colocaron sacos terreros junto al Ejército del Perú para mitigar riesgos durante la última temporada de lluvias, una medida temporal que evidencia la fragilidad del entorno urbano.

Los vecinos, sin embargo, insisten en la necesidad de mayor fiscalización y planificación urbana, así como la continuidad de los proyectos ya iniciados. “Las obras llegan tarde, pero esperamos que esta vez no se paralicen”, comenta una dirigente vecinal.

El distrito de Miraflores enfrenta así el desafío de conciliar su desarrollo con la seguridad y el orden urbano. Las inversiones recientes en infraestructura y movilidad son un avance, pero los problemas estructurales —la inseguridad, la informalidad y la vulnerabilidad ante desastres— continúan afectando la calidad de vida de miles de vecinos.

Torrentera de Miraflores lleno de escombros y basura.

La tarea pendiente es grande: hacer que el crecimiento urbano no solo se mida en obras ejecutadas, sino también en barrios seguros, planificados y sostenibles. Solo así Miraflores podrá dejar atrás el desorden y recuperar la confianza de sus ciudadanos.

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