PUNO: LA RICA CIUDAD DE PLATA Y CUNA DEL FOLKLORE PERUANO

Por Ángel Serruto Huanca – Presidente del Club Departamental Puno – Residentes en Arequipa

Este 4 de noviembre, la ciudad de Puno cumple 357 años de fundación española, recordando aquel día de 1668 en que el virrey Conde de Lemos estableció la Villa de San Carlos Borromeo de Puno, en homenaje al rey Carlos II y al santo del mismo nombre. La fecha coincide con el inicio del mes de noviembre, cuando el calendario nos invita a recordar a los santos y difuntos, pero también a rendir homenaje a una ciudad forjada entre el esplendor minero, la fe religiosa y la riqueza cultural que la han convertido en la llamada “Capital del Folklore Peruano”.

A orillas del Lago Titicaca, el más alto del mundo, Puno se alza como una tierra de historia milenaria. Mucho antes de su fundación colonial, este territorio fue cuna de antiguas culturas andinas que dejaron huellas imborrables en la identidad altiplánica.

Los vestigios del pasado más remoto se remontan a los petroglifos de Salcedo, con una antigüedad cercana a los 10,000 años a. C. Más adelante floreció la Cultura Qaluyu (1800 a. C.), considerada una de las primeras del altiplano, que dio paso al esplendor de la Cultura Pukará (800 a. C.), cuya cerámica y arquitectura influyeron hasta el valle del Cusco y la región de Tiahuanaco.

Posteriormente, el Imperio Tiwanaku alcanzó un notable desarrollo religioso y arquitectónico, dejando obras monumentales como la Puerta del Sol y el Templo de Kalasasaya. Según el arqueólogo Luis Lumbreras, la decadencia de Tiwanaku permitió el surgimiento de reinos aimaras como los Collas y Lupacas, pueblos guerreros que dominaron el altiplano hasta la expansión del Tahuantinsuyo.

Cuando los incas extendieron su poder, el inca Mayta Cápac intentó someter a los Collas, aunque solo logró pactos de alianza. Así, la región se incorporó al Collasuyo, una de las cuatro partes del Imperio Inca.

La fiesta de la Candelaria se celebra en el mes de febrero.

LA CONQUISTA Y EL NACIMIENTO DE PUNO

Con la llegada de los españoles, la riqueza mineral del altiplano despertó gran interés. Se dice que las noticias sobre el tesoro de Laykakota atrajeron a numerosos conquistadores en busca de plata. Las minas fueron descubiertas en 1657 por los hermanos Gaspar y José Salcedo, quienes alcanzaron una fortuna tal que se decía que “la plata de Laykakota no tenía igual en América”.

A su alrededor surgió la ciudad de San Luis de Alba, que llegó a reunir hasta 10 mil habitantes y fue capital de la provincia de Paucarcolla. Sin embargo, los conflictos por el control minero entre los hermanos Salcedo y las autoridades virreinales llevaron al virrey Conde de Lemos a ordenar la destrucción de Laykakota y fundar, en su reemplazo, la Villa de Puno, el 4 de noviembre de 1668.

Así nació una nueva ciudad, con dos templos principales: San Juan Bautista, para indígenas, y La Concepción, para españoles y mestizos. Sobre esta última se erigiría más tarde la Catedral de Puno, una joya del barroco andino que hoy domina la Plaza de Armas.

Durante el siglo XVIII, la villa prosperó con la minería, el comercio y la agricultura, hasta que en 1805 el rey Carlos IV le otorgó el título de Ciudad de Puno, reconociendo su importancia económica. En esa época, su urbanismo se extendía desde Orkapata hasta Santa Bárbara, hoy el Arco Deustua.

PUNO EN LA REPÚBLICA

La región jugó un papel crucial durante las luchas por la independencia. En 1825, Simón Bolívar visitó el altiplano y fue recibido en Pucará con el célebre discurso del patriota José Domingo Choquehuanca, quien le dijo:

“Con los años crecerá vuestra gloria, como crece la sombra cuando el sol declina.”

En los primeros años republicanos, Puno fue escenario de tensiones entre Perú y Bolivia, que culminaron con la Batalla de Ingavi (1841) y la posterior firma del Tratado de Puno (1842), que reafirmó la soberanía peruana sobre el territorio.

Con el ferrocarril Arequipa–Puno inaugurado en 1870, la ciudad se abrió al comercio y al progreso. A inicios del siglo XX, contaba con unos 12 mil habitantes, un teatro municipal, servicios básicos y una vida cultural en auge.

Artesanía es reconocida mundialmente.

EXPANSIÓN Y MODERNIZACIÓN

El crecimiento urbano se aceleró desde mediados del siglo XX. En los años 50 surgieron los barrios jóvenes de Las Cruces, Huáscar y Villa del Lago, que rodearon la antigua urbe. La fundación de la Universidad Nacional del Altiplano en 1961 impulsó el desarrollo académico y urbanístico, mientras que las décadas siguientes vieron la expansión hacia Salcedo, Yanamayo y el Alto Puno.

En los años 90, la modernización trajo consigo nuevas urbanizaciones, mejor infraestructura y un auge comercial que transformó el paisaje urbano. Hoy, Puno combina su herencia colonial con una vida moderna y cosmopolita, reflejo del esfuerzo de generaciones que supieron mantener viva su identidad.

CULTURA VIVA Y ORGULLO ALTIPLÁNICO

La historia de Puno no puede entenderse sin su patrimonio cultural. La Festividad de la Virgen de la Candelaria, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, resume la espiritualidad, el arte y la devoción del pueblo puneño. Miles de danzarines y músicos, entre morenadas, diabladas, sikuris y caporales, dan vida a una celebración que une fe y cultura en una explosión de color.

La gastronomía, con platos como el chonchocanqui, la trucha del Titicaca y el pesque de quinua, junto con la artesanía textil y la música del altiplano, completan la riqueza de esta región que irradia tradición y creatividad.

90 AÑOS DE HERMANDAD

Lejos de su tierra, los puneños en Arequipa mantienen viva su identidad a través del Club Departamental Puno, institución fundada el 4 de noviembre de 1935 por un grupo de amigos que deseaban celebrar juntos el aniversario de su ciudad natal.

En sus inicios, el club funcionó en el Portal de San Agustín, donde se realizaban reuniones, festividades y veladas culturales. Con el tiempo, se incorporaron puneños de diversas provincias —Ayaviri, Azángaro, Huancané, Juliaca, entre otras—, fortaleciendo la unidad de la comunidad altiplánica en la Ciudad Blanca.

A lo largo de los años, figuras como el Dr. Guillermo Cábala Pino, presidente vitalicio, y destacados puneños como Lizandro Pezúa, Augusto Mendoza, José Medina Toro y Rosa Frisancho Enríquez, contribuyeron a mantener viva la institución.

Hoy, bajo la presidencia del Mg. Ángel Serruto Huanca, el club celebra su 90 aniversario con el lema “Rumbo a los 100 años”, reafirmando su compromiso con la cultura y la integración. Entre sus actividades destacan las ferias gastronómicas, festivales de danzas, exposiciones de arte, y la preservación de la marinera y la pandilla puneña.

En este aniversario, el Club Departamental Puno reconocerá a asociaciones provinciales como ASPROM (Ayaviri), ASPROA (Azángaro), Club Juliaca, Residentes de Huancané, Sandia y Melgar, además de agrupaciones de danza que difunden la riqueza artística del altiplano.

El programa conmemorativo incluye una Sesión Solemne, un almuerzo de confraternidad con exhibiciones de danzas típicas y música en vivo, y el tradicional izamiento del pabellón nacional en la Plaza de Armas de Arequipa.

Puno, rica ciudad de plata, forjada entre el Titicaca y los Andes, celebra más de tres siglos y medio de historia con la misma energía que vio nacer sus pueblos. Desde sus antiguas culturas hasta su vibrante vida moderna, es símbolo de identidad, arte y resistencia.

Los puneños en Arequipa, herederos de ese legado, renuevan cada año su compromiso de mantener viva la memoria y el orgullo por su tierra.

El lago Titicaca, su principal atractivo turístico.

PROGRAMA

Sábado 9 de noviembre


Sábado 16 de noviembre

  • 12:00 m. – Almuerzo de confraternidad puneña, con exhibición de danzas típicas:

Domingo 17 de noviembre


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