El alcalde que saludaba con el sombrero

Lo hacía igual con las damas que cruzaban el puente Grau.

Por Carlos Meneses Cornejo

ESPECIALES DE AREQUIPALOS AREQUPEÑOS QUE YO CONOCÍ

Cuando terminé el colegio en el año 1954, tanto mi padre como mi madre se empeñaron en que yo fuera abogado, para honrar la memoria de mi bisabuelo Andrés, quien a caballo venía desde su natal Tiabaya a estudiar Derecho en la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA). Los Meneses tuvieron propiedades en ese distrito y el antecesor al que hago referencia era un hombre que heredó una casa de antigua data y de barro, cinco vacas y ocho hermanos menores y su madre viuda, descendiente de Narciso, el primer alcalde constitucional de Tiabaya.

Ingresé a la UNSA cuando los exámenes eran escritos y orales, pero nunca fui a una clase porque me jaló el periodismo; en uno de mis trajines propios del oficio, cruzaba el puente Grau con dirección a Yanahuara, cuando vi que frente a mi vereda y más bien camino hacia a Arequipa desde Cayma o Yanahuara vi un gesto que me llamó la atención, un hombre de muy buen vestir con zapatos brillantes y un sombrero indudablemente importado se quitaba con frecuencia el sombrero, pues toda dama que se cruzaba en su camino, recibía su saludo incluyendo una mujer de pobre condición que llevaba leche con destino a casas de la ciudad.

Me detuve hasta perderlo de vista y persistió en el elegante gesto que yo admiré y que bien merece este recuerdo.

Yo cubría el área entretenimiento que en ese tiempo tenía el diario El Pueblo, cuyo jefe de redacción era Juan José Gonzales y después de años me enteré que el hombre elegante era el alcalde que nombró el presidente José Luis Bustamante y Rivero para presidir una junta transitoria que gobernaría los destinos de la ciudad.

Lo anterior ocurrió en 1948 cuando el mundo sufría las consecuencias de la guerra mundial que lo había dividido entre Occidente y la Unión Soviética, había carencias económicas en muchos rubros de la vida humana y en caso del Perú, de alimentos, como aceite para la cocina que determinó que se produjera un asalto a los almacenes del comerciante tambeño y agricultor Tomas Siles.

Bustamante, cuando fue elegido por abrumadora mayoría ciudadana en 1945, se rodeó de arequipeños y se los llevó a trabajar con él a la capital.

Entre ellos figuró Rafael Belaúnde Diez Canseco, originario de Tiabaya y después del primer año de gestión el APRA y el comunismo unido inexplicablemente con un sector de derecha en el que destacaba Pedro Beltrán, procuraban desestabilizar el gobierno.

En estas condiciones Bustamante buscó a un comerciante arequipeño de nacimiento y residente en Mollendo para que asumiera la función de burgomaestre.

Alfredo Roberts Valcárcel había estudiado en Inglaterra y se estableció en el puerto de Mollendo y después vino a Arequipa como jefe de la casa Stafford y en algún momento se trasladó a Arequipa ocupando importantes cargos y de servicios, había sido presidente de la Cámara de Comercio de Mollendo, del Club Social y en Arequipa habría de trasladar sus afanes empresariales a esta localidad.

Los integrantes de la comuna que él presidía fueron, Ernesto Soto de la Jara como teniente alcalde, Jaime Rey de Castro como síndico de gastos, Luis García Ureta como síndico de rentas, el médico David Salazar Yabar, Gustavo López de Romaña, Enrique Olazábal Gamio, Juan Chávez Molina, Humberto Chirinos Rodríguez, Héctor Blanco, el industrial Gerardo Chirinos y los obreros Alejandro Murcia, Manuel Villavicencio, entre otros.

En su primer discurso Roberts advirtió que en su gestión no tendrían cabida ni la política ni la propaganda demagógica y que procuraría un trabajo por el bienestar y felicidad de los arequipeños. También fue miembro del consejo de administración de la Cámara de Comercio e Industria de Arequipa y fue presidente de ella en 4 periodos, entre 1946 y 1970.

Vivía en Yanahuara y acostumbraba ir a su trabajo caminando y saludando, y fue nombrado alcalde el 12 de marzo de 1948. Fue cónsul honorario de Suecia de 1960- 1978 y la Beneficencia Pública lo registra como aportante en trabajo y empeño desde 1949 hasta 1958.

Lo conocí y traté personalmente cuando conducía un programa de televisión como relacionista público de Canal 8 y que tuvo como protagonista al estudioso del cielo arequipeño con un poderoso telescopio Fernando López de Romaña, hijo del expresidente Eduardo López de Romaña.

Don Fernando era un hombre empeñoso y difícil de entrevistar y cuando accedió a mi pedido me pidió tener como testigo de lo que dijera a su íntimo amigo Alfredo Roberts, ocasión en la que conversé con Don Alfredo quien tuvo el simpático gesto de felicitar las respuestas de su amigo y del grupo de interrogadores.

Formó una familia unida, estuvo casado con la arequipeña Carmen Elsa Billig Calderón, se enfrentó a los excesos de poder que se presentaron tanto en el Perú como en Arequipa, respaldando el fortalecimiento del aniversario de la ciudad, el mejoramiento y pavimentación de calles y evidenciando sus afectos por la “otra banda” del río Chili, como Yanahuara y Cayma.

El hombre de la elegancia, con el sombrero o sin él, falleció el 8 de abril de 1993 y tuvo un aliento especial por la educación, por lo que recibió distintos honores como la medalla de oro de la ciudad en 1956 y del gobierno sueco que le confirió la Estrella Polar.

Dejanos un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked with *.