Los niños sí cuentan en elecciones 2026

Por Carlos Meneses

Las Elecciones 2026 ofrecen una oportunidad para romper con la indiferencia estructural hacia la niñez. El verdadero cambio político no se mide por la intensidad del discurso, sino por la capacidad de construir un país donde cada niño pueda crecer sin miedo, con salud, educación y esperanza. Los partidos que comprendan esta prioridad habrán entendido, al fin, que gobernar es pensar en las próximas generaciones, no en las próximas elecciones.

A pocos meses de las Elecciones Generales de 2026, el llamado de Unicef para que los partidos políticos coloquen a la infancia en el centro de sus propuestas no debería pasar inadvertido. El documento “Cinco prioridades por un Perú mejor para la infancia” recuerda algo esencial: el país no puede proyectar un futuro de desarrollo si deja atrás a los más de 10 millones de niños y adolescentes que hoy representan su reserva humana más valiosa.

Durante cada proceso electoral, la niñez suele quedar relegada del debate político, pese a que los indicadores siguen mostrando brechas preocupantes: anemia infantil persistente, rezago educativo, inseguridad en los barrios y desprotección frente a la violencia y el reclutamiento criminal. Las palabras de Javier Álvarez, representante de Unicef en el Perú, al subrayar que “prevenir el reclutamiento de menores debe ser prioridad nacional”, no solo advierten un riesgo social, sino también un fracaso del Estado y de la política pública en su conjunto.

Un país que no garantiza educación, salud y seguridad a sus niños perpetúa el círculo de exclusión y pobreza. Por ello, resulta urgente que los partidos incorporen en sus planes de gobierno políticas concretas y medibles en torno a cinco ejes: salud, educación, protección social, seguridad y medio ambiente. No basta con promesas o diagnósticos reiterativos; se requiere voluntad política, presupuesto sostenido y coordinación intersectorial.

La infancia no vota, pero sus derechos deben estar representados en cada decisión de quienes aspiran a gobernar. Un modelo de desarrollo que ignore a los menores de edad está condenado a ser insostenible. De la misma manera que la economía o la infraestructura, la formación integral de los niños y adolescentes define el destino del país.

Dejanos un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked with *.