Universidades sostenibles
Por: Jimmy Túllume Salazar
En un mundo donde la sostenibilidad ha dejado de ser una tendencia para convertirse en una exigencia ética y estratégica, las universidades peruanas están llamadas a liderar el cambio. Hoy, la excelencia académica no se mide únicamente por la calidad de la enseñanza o la investigación, sino también por la capacidad institucional de gestionar los recursos de manera responsable, formar ciudadanos conscientes y contribuir activamente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En este contexto, el concepto de campus sostenible trasciende la eficiencia energética o la gestión ambiental. Implica un modelo integral que articula la planificación urbana universitaria, la accesibilidad, la resiliencia de las infraestructuras y, sobre todo, la coherencia entre el discurso académico y las prácticas institucionales. Una universidad sostenible no solo enseña sobre sostenibilidad: la vive, la aplica y la proyecta en cada una de sus acciones dentro de toda su comunidad.
Una universidad sostenible es aquella que además de formar profesionales competentes, sino ciudadanos comprometidos con el desarrollo responsable de su entorno. Este principio está en el corazón del modelo de calidad que promovemos desde Instituto de Calidad y Acreditación de Programas de Computación, Ingeniería y Tecnología (ICACIT). Esa visión está estrechamente vinculada con los criterios de acreditación internacional, que promueven la mejora continua, la evaluación basada en evidencias y la vinculación con el entorno social y productivo. En ese sentido, la sostenibilidad se convierte en un factor diferenciador: genera beneficios ambientales e impactos positivos en la calidad del aprendizaje, la empleabilidad de los egresados y la reputación institucional ante la comunidad global.
Adoptar un enfoque sostenible permite a las universidades incorporar una cultura de calidad y responsabilidad social universitaria, fortalecer su infraestructura académica y tecnológica bajo estándares internacionales, alinear la formación profesional con las competencias globales reconocidas por acuerdos multilaterales e incrementar la confianza de estudiantes, egresados y empleadores. Un campus sostenible, entonces, representa una opción responsable, además de ser una ventaja competitiva. Permite atraer talento, fomentar la innovación y facilitar la reacreditación periódica de los programas académicos, asegurando su pertinencia frente a los desafíos del siglo XXI.
En definitiva, las universidades sostenibles son el reflejo de un compromiso con la calidad, la ética y el desarrollo sostenible que el país necesita para seguir avanzando hacia un sistema educativo de clase mundial.
